martes, 17 de diciembre de 2024

ANARI. "Giza zarata" (2024)

 


Me arrebata Anari, me encandila su voz, su música que penetra por los huecos del sentir, como sierpe que baja y sube por las montañas de tu corazón en busca de alguna presa o tan solo de algo de calor ("Troiako zaldia"). 

"Giza zarata", el número 7 de una discografía de esas que no hay que perderse, es una atalaya donde vislumbrar tormentas y días calmos, resistir antes las embestidas de la vida, y parapetarse bajo el paraguas de las palabras para defenderse de las ofensas que nos agreden ("Ez nengoen").

Joaquín Pascual y Paco Loco son los culpables de que el sonido del disco, sea el que es: avasallador. Como su portada que grita para cogerla y hacernos una camiseta para pasear flores con semillas siempre salvajes ("Tigrea"). 

Himnos decadentes que llaman a la desobediencia, "Kontinente zaharra" colisionan con delicadas estrofas de versos de amapola que te deja rendido, sin palabras ("Bunkerra I"). Te estremece la voz de Anari, rasga con profundidad sobre la piedra caliza de tu ser. Qué ganas que tengo que llegue el próximo mes de febrero para verla por estos lares presentado este gran trabajo.

Te desarmas de una manera instantánea cuando de la garganta de Anari nacen gaviotas diletantes que explotan en mil cielos formando las letras que forman "Edertasun arraroa". Maravillosa. Y también te encuentras en "Giza zarata" pequeños hits instantáneos como "Immolazioa", aguerridas guitarras trotando sobre el fondo ruidoso de una contienda de silencios. 

El final con la joya que titula el LP no viene más que a certificar el poderoso influjo sónico de una artista que mediante su arte hace que nuestras extrañas dancen sobre una floresta repleta de aromas de rúbricas del sentir. 


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