miércoles, 20 de marzo de 2019

BLACK TO COMM. "Seven horses for seven kings" (2019)


Terror. Pavor. Música con un componente espectral que llega a lo más profundo de tu ser. Esa es la impresión que se te queda con la última obra del músico alemán Marc Richter, con su proyecto Black to Comm.

Ya antes nos había dejado helado con trabajos como "Alphabet 1968" (2009) o "Black to Comm" (2014), pero esta banda sonora del horror que es "Seven horses for seven kings" va un paso más alla. Sólo tienes que penetrar en esa sinfonía de caos que es "Asphodel mansions", introducción repleta de vesanía y espeluznantes goznes, para que quedes atrapado en este laberinto que te emociona y te repele a la vez.

Utiliza el estudio para confeccionar esta auténtica misa negra que tiene en "A miracle-no mother child at your breast" con sus drones terroríficos, con su malsano hedor, la cima de un disco de esos que incomoda y atrae, que no paro de escuchar mientras arropado por una manta y cerrando los ojos imagino el averno y su fauna demoniaca.

Dark ambient para temblar. "Lethe" es minimal, breve, intensa, como un paréntesis en este recorrido por los arrabales de las noches sin alma, donde es fácil perderse por calles sin luz, donde se olfatea el crimen, la llegada de la demolición total que tiene en "Ten tons of rain in a plastic cup", son su sonido industrial y apocaliptico, la respuesta a los eclipseres del alma. Aterrador.

Para un score de visceras y crimenes sin resolver valdría "Licking the fig tree", donde el sonido de un saxo loco, se mete por las rendijas de unos teclados que viven en el filo del peligro, de la sedicción. Y si has llegado a este punto, en el intermedio del disco, y aun no has dado al stop de su equipo, ya estas perdido.

Suenan los tambores de la guerra eterna en "Fly on you" un colosal artificio de siderales proporciones, que deja a Swans como una banda de pop. En medio del torbellino y los drones, un fuego artificial de música industrial, una sabana negra en medio del huracán, ondeando viejos pesares, moviéndose al compás del asma del cielo.

La cosa parece que se tranquiliza algo con el piano de "Double happiness in temporal decoy", una nana negra que da paso a "If not, not", otro retrato de la esquizofrenia de una época generadora de traumas, con voces fantasmales de niños y un cuerno de caza clamando truenos. El fin del mundo que se acerca sin poder hacer nada al respecto.

En el tramo final, dos motivos de esperanza; "Angel Investor", melancólica, casi shoegazing, con el mellotrón dibujando una puerta en el aire donde quizás podamos vislumbrar algo de paz y sosiego, bella, hipnótica, repleta de catarsis, andanada de céfiros que buscan un guiño del sol, un puzzle a construir, y sobre todo "The courtesan Jigokudayü...." (La cortesa Jigokudayu se ve a si misma en el espejo del infierno, vaya titulo), lírica confección de algo parecido a una melodía triste, entre capas de suspiros.

Uno de los mejores trabajos de este año, estoy seguro de ello. La música como creación de peligro,de sonoridades que dejan al oyente tocado pero no hundido, música para reflexionar, para cauterizar dogmas de oscuridades interiores. Black to Comm, sin duda desde ya un nombre imprescindible.


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