Quizás de todos esos grupos que como una tromba de agua salvífica nos inundó con sus proclamas de mathrock, de rock especulativo con marcas de insurgencia (90 Day Men, Shipping News, Rodan o June of 44 por citar algunas de esas grandes bandas) Dianogah fue una de mis preferidas.
Nadie como ellos para desgranar mediante volutas instrumentales, racimos de petalos de lírica avasalladora, reflexiones en voz baja de te mecen y te aupan ("Kaisakunin"). Dos bajos y una batería les basta a los de Chicago para sacarse de su volcán sónico maravillas como "At the mercy of the mustang".
Aunque su mejor disco vendría acontinuación de éste, "Millions of braziliens" (2002), este "Battle champions" es una delicia de principio a fin, un tobogán de instrumentación colosal. Hasta cuando aparece la voz de Jay Ryan en canciones como "Time for a game of stick", sientes la efectividad de sus maneras matemáticas de convencernos con ahinco.
Es un punto el sonido de los bajos ("Indie rock spock ears"), y cuando elucubran sus fragantes sonidos límpios, sin mácula de elevar la voz en exceso, concretando su agitación en fogonazos que irradian una efectiva corriente frenética de música para soñar ("They have monkeys like we have squirrels").
Steve Albini se encargó de la producción, y el sonido gana enteros como siempre bajo su supervisión. "Battle champions" es delicado, sugerente, completando uno de esos trabajos de género más impactante. El otro tema cantado, "Eating cake" es un fuego de artificio colosal, dar pedaladas sin mirar atras, letanía soberbía, que casi al final de la escucha nos deja bombas de explosión retardada como la acelerada "My brother wore brown".
Lástima que el grupo se disolviese pacificamente en 2009. Nos quedan sus cuatro discos, cuatros excusas para que los amantes del mathrock sigamos degustando a sorbos cortos este elixir suculento de proclamas meditativas, de expresiones para erizarte la voluntad.
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