martes, 21 de noviembre de 2017

THURSTON MOORE. "Rock 'n' rolk consciousness" (2017)


Ahora que Sonic Youth es historia, que sus necesarios discos reposan sobre una estantería de ruidos, nos queda la obra en solitario del que llevaba la voz cantante en el grupo. Si "The best day" (2014), te llamaba a sumergirte en la candidez eléctrica de un mar sin fondo, los cinco largos temas que contienen "Rock 'n' rolk consciousness" son la confirmación que siempre nos quedará Moore.

Alejado estilísticamente de la obra en solitario de sus dos compinches sónicos, Lee Ranaldo y Kim Gordon, desde que suena la apabullante "Exalted", con sus doce minutos de exaltación y punteos acogedores, reflexiones melancólicas a viva voz entre el fogón siempre impestuoso de Moore, te ves sumergido de lleno en la misma temática musical que los últimos trabajos de la banda madre. Poderosos arreones de guitarras noise con sincopados parones efectivos de suciedad y lirismo.

La banda que la acompaña también ayuda. Con Steve Shelley a la batería y la guitarra de My Bloody Valentine, Debbie Googe ejecutando bellos espamos ("Cusp") y ejerciendo de una manera eficaz como fieles escuderos de un músico que sabemos que nunca nos defraudará. Oigo el comienzo lento y acogedor de "Turn on" y no puedo más que aplaudir, dejarme llevar por lo que viene después, por un paseo por un paisaje electrificado, por una desolación que requiere reparación. Hipnótica, envolvente, eficaz diez minutos largos.

"Smoke of dreams" es la que más suena a Sonic Youth. Desde el principio con la guitarra, luego con el motor brutal de la voz de Moore trenzando un subidón expresivo, un carromato de intensidad que no ceja, lujo de luces que no se apagan, de letanías que abre ventanas para llenarnos de la fogosidad de este tahur de distancias cortas.

Para terminar, "Aphrodite". Violenta, catarsis controlada, esporas de ruido, deflaglación y descontrol. Si, los grandes Sonic Youth ya forman parte de nuestras enciclopedias necesarias de bandas imprescindibles, y músicos como Moore consiguen que los ecos fantasmales de los 90, continuen acechando nuestras necesarias jornadas de escrutadores de música.



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