El tercer disco de esta enorme banda de Brighton no hace más que confirmar lo que apuntaba sus dos anteriores rayos sónicos. Estamos ante un grupo que se tiene bien aprendido todos los escozores de los 90, toda la discografia de Superchuk y Pixies, para intentar perpetuar nuestra bendita querencia por esos maravillosos años.
Y lo hacen de una forma magistral. Esto no es un eco que se repite, una imitación de caras de acnés, uno más de los innecesarios combos que no sabes bien para que han nacido. Desde que escuchas el rugido de "Two shocks" y la electricidad que no cesa de "Don't take me to space (man)", te parece vivir en una espiral espacio-tiempo, atrayendo hacia ti todos los mejores fundamentos del rock energético.
Eamon Hamilton, antiguo componente de British Sea Power, es el encargado de no poner frenos a este coche que no para, que le gusta vivir accidentadamente. Hasta el pop les sale bien. "Worry about it later" es una golosina, golosina que se convierte en ácido para el estómago cuando suena el himno, "Crush on you", para ponerlo cerca de Pavement o de los arañazos de Superchunk.
Que gusto vivir peligrosamente, poner el equipo a toda leche, beberte una birra mientras suena la casi countrysong "Eternal return". Y es que todo lo que tocan Brakes lo convierten en dicha. Me gusta cuando la melosidad power pop de "Do you feel the same?" no suena a pastiche, cuando "Ancient mysteries" es una juvenil sucesión de minutos para que no pares de votar.
Si todo fuera como el impulso regenerativo de Brakes otro gallo cantaria en esto del orbe indie. Escucho "Oh forever" con entusiasmo. 4 minutos de fuerza y devastación. Un aullido envolvente, la nostalgia, el pinchazo del globo donde guardo los recuerdos que casi siempre van asociados a la música.
Brakes, un buen disparo, la recuperación de lo mejor del indie, un síntoma de mejoria en la salud tan endeble de la música actual.Seguiremos informando.
1 comentario:
Muy bueno, suenan genial, saludos
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