domingo, 27 de julio de 2014

JOHANN JOHANNSSON. "Fordlândia" (2008)


Menuda historia ha elegido el portentoso musico islandes para desarrollar su disco. Henry Ford dió el nombre de Fordlandia a una plantación para fabricar caucho que compró en el Amazonas. Cauchos para sus vehículos. Los trabajadores indígenas hartos de la explotación se amotinaron y este proyecto capitalista inhumano se abandonó, se fue a la ruina.

La ciudad fantasma de Fordlandia en la actualidad, aun muestra sus esqueletos, el eco espectral de sus habitantes, victimas de la fagotización economica, de la dictadura del dinero. Más o menos nada ha cambiado, y Forlandia es un símbolo del despotismo contra los derechos del hombre, contra la libertad del individuo.

Con este argumentario, Johann Johannsson elabora un monumental disco donde reconstruye Fordlandia, utilizando la música clasica, elemenos electrónicos, ambient para sobrecogerte el corazón. La que titula el cd, con sus trece minutos largos, es un minimal vals desasosegante, clasicismo por vena, donde la tensión rezuma, donde aspiras bocanadas de tristeza.

Johannsson utiliza elementos tecnológicos para su discurso, produciendo joyas como "The Rocket builder(lo Pan!) donde se acerca mucho al cinematografico Craig Amstrong. Puedes imaginar el hambre de las trabajadores, las condiciones de vida infrahumana, el olor a maquinaria podrida, residual idea que cercenó árboles no para traer progreso, sino muerte. "Fordlândia-Aerial view" es una buena muestra de ello.

"melodia ii", es otro portento que te deja sin aire. Y cuando te pones "Chimaerica" con su organo y su cadencia clásica para que estés en otro siglo, donde las partituras volaban en cielos brumosos de emoción. La civilización incivilizada contra el desarrollo natural de los pueblos. Y para contarlo Johann no se corta.

Las voces corales de "The Great god pan in dead" es un requiem dedicado a la muerte de la naturaleza, a los dioses que vegetan  bajo las tormentas torrenciales. Sin respiración. "Forlândia" es una magnifica manera de disfrutar el neoclasicismo, dejarte llevar, soplar velas de introspección para después cagarte en los muertos de todos esos mamones que supeditan su riqueza personal a la dignidad de las personas.


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