Fernando Alfaro, J, y Chinarro, ya tienen compañia en mis gustos predilectos por los artistas de por aki que no se quieren parecer a los artistas de por alli. "Pequeños transtornos sin importancia" es la primera ocasión que tengo de escuchar al antiguo miembro de El Hombre Burbuja.
Desde 2004, este jerezano se ha puesto una rosa en su nombre para esparcir pétalos de dramas cotidianos, declamaciones varias, pop con mayúsculas, composiciones que van de lo épico a lo íntimo, persianas subidas para que entre la luz del día para intentar apaciguar con la claridad las sombras de la vida.
Aun me pregunto como Nacho Vegas está en un pedestal, y Julio de la Rosa sigue como superviviente independiente dentro de los margenes independientes. Los misterios de nuestra isla artística llamada Iberia.
"Pequeños trastornos sin importancia" me ha enganchado desde la primera canción: "Colecciono sabotages" es un lirio estrangulado, una sucesión de depresiones contandas con dolor y con firmeza, para dejarte convertido en un pasmo, en una sucesión de latidos débiles hacia la decepción. Después de oír este track, el de las flores ya me tiene ganado.
"Gigante" es una declaración de rebeldía, un slogan de protesta entre guitarras que se mosquean mientras Julio desparrama su bilis con grandeza. "Pequeños transtornos sin importancia" ha contado con la colaboración de artistas como Ainara Legardon, Bunbury, Anni B. Sweet, Xoel Lopez entre otros.
Todo es suma y sigue cuando oyes preciosidades como "Un corazón lleno de escombros" la cara oscura y bien hecha de los para mi gusto olvidables La Buena Vida. Donde los vascos ponían excesiva bisoñez, el bueno de Julio ofrece una buena ración de insolencia interior.
Creo que este verano voy a ponerme bastante este cd. Me lo pide el cuerpo. "La fiera dentro" con teclas para gozar es otra de esas melodías para llevarte a los oídos de tus urgencias. Asi es este "Pequeños trastornos sin importancia". Canciones de autor con credibilidad y pegada, rumor de olas lentas que rompen pies, rubor en las mejillas cuando tras llamar a la puerta donde siempre había respuestas encuentras el eco del silencio martilleante: "Borrón y cuenta nueva".
"Tarde a todas partes" es elegante y marchosilla, y "Maldiciones comunes" se encrespa en un infierno de palabras que se mecen a la intemperie de la electricidad pausada. Lo dicho, Julio, el da la flor roja, un nuevo inquilino en mi modesto ático de preferencias. Canciones tristes de un verano sin playa.
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