Comparten Russian Circles con los ya desaparecidos Isis y con los bestiales nipones Envy, su necesidad de comunicar exabruptos a base de bien, de hacer del post metal un autentico valle de lumbres donde irradiar a su antojo frenesí constante, diatribas de guitarras que hieren y duelen a la vez.
Este disco, de lo mejor de la banda junto a su ultimo "Guidance" del año pasado, es todo un tratado de post metal. El trío de Chicago comienza suave, con la delicada "Memoriam", para empezar a fabricar himnos de pesadez de truenos, con la increíble "Deficit", donde el batería Dave Turncranzt se rompe los brazos a ritmo de lirismo doom.
Destaca la épica de temas como "1777", donde se escoran a un post rock de pétalos sobrecogedores, de espasmos de distorsión que son como cuchillas en una sinfonía donde todo está en su sitio, donde es fácil encontrar, porque no, ecos de Mogwai. "Cheyenne" baja por la colina de la calma chicha, para en "Burial" encontrarnos con uno de los temas más bestias del lote. Pura adrenalina sónica.
Pero cuando realmente más me gustan es sus disgresiones sentimentales, en sus paisajes de tormentas tristes, con la guitarra de Mike Sullivan haciendo un esfuerzo titán para dibujar arabescos de lunas rotas en cielos de simiente derogada. La ostia.
Para terminar el disco, con la ayuda de Chelsea Wolfe, "Memorial", se erigen como protagonistas de una cadencia que casi roza el shoegazing. Todo un punto escuchar grupos como Russian Circles. Los que seguimos con pasión a las estridencias más duras, un regalo para colapsarnos sin remisión.
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