Löbison segunda parte. Si hace una semana nos deshacíamos de halagos con el primer disco de Löbison, "Perro amor", ahora tocar regodearse con su último lanzamiento, "Solo", un paso más en la evolución de una banda que te deja absorto, arrojando lágrimas entre lluvias de recuerdo.
Si existiese algo de justicia poética en este mundo nuestro de música independiente, canciones como "Encerrados", se tendrían que radiar mientras ladras desamor y sueñas augurios lejanos, o pintas en lienzos de tela de mariposa letras pasadas, olvidadas de amores que se fueron entre trincheras y dinamita.
Löbison lo han vuelto hacer con este segundo trabajo. Juamba d'Estroso, (me lo imagino de espadachín a sueldo o de juglar jugándose la vida en terrazas que cubren doncellas), sigue siendo el barítono, la voz que te aupa. Se nota que han dado un paso adelante, el disco tiene una mejor producción que su primer gran lanzamiento. "Amantes mendigos" es un prueba de la calidad de un grupo que nos lleva a huertos de plantas mágicas, de condenas de palabras.
"El piercing de la mala soledad" es un compendio de escatología del amor, una librería de suavidades carnales, de luces de sexo, mientras la noche aciaga pronuncia salutaciones oscuras. Verte para quererte. Neones y penumbra, rabia y penetración.... Si, Löbison siguen dando que hablar. "La columna de Durruti" es un salmo, un himno de voces y sugerencias.
Es en "Tranquilo" cuando me empiezo a romper. La voz es una trampa, el ritmo es un camino rodeado de flores que son amnesia. Una doctora para curar las cicatrices, un medicamento contra los canceres de la vida. Y yo que no paro de subir el volumen en este abrupta tormenta..... "Pertenecerá" es la segunda parte de la terapia, otro buena dosis de felicidad a cuenta gotas.
Luego "La geometría del amor", donde Löbison hacen escala en la decadencia, unos versos rotos, una guitarra que se crece, Juamba con un microfono lleno de arañas que tejen sonoridades que pescan voluntades y vencen derrotas. Colosal segundo disco.
"Pescasueños" es un vals para bailar mientras recordamos nuestra juventud ya fenecida por los puñales del calendario, un rupia dejada en el plato de los suspiros. Para terminar, "Mi querida morfina". Una dosis de vehemencia, una nana prohibida, la secuencia perfecta para terminar la desesperación.
Lóbison. Una segura garantía de calidez emocional, Sevilla que arde, robando latidos en las tardes que se suceden mientras se marchitan las palabras.
1 comentario:
Buenas letras, escatología del desamor.Me gusta
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