martes, 2 de diciembre de 2014

DOUGLAS DARE. "Whelm" (2014)

Un piano. Un londinense. 23 años insultantes y un ramillete de diez canciones que te pone los pelos de punta. Lirismo, melancolía, soñar con ruinas de flores que esperan un aullido de rocío para volver a sentir, teclas que hacen despertar al sol ("Clockwork").

Esto es una cuaderno de poemas cargado de cielos que descargan pasiones indomables. Douglas Dare tiene el resorte para contar con su intrumento, la voz y un armazón levemente electrónico que sirve para esparcir ésporas de amaneceres convulsos ("Nile").

Hay quien ve en Douglas Dare como una continuación a los sonidos de James Blake. Yo creo que Dare va más alla, que usa la electrónica como un marco para esparcir en el lienzo de su compustura clásica un buen torrente de emotividad. Oyendo "Repeat" me parece más que estoy oyendo una versión rompecorazones de Thom Yorke.

En "Whelm" no sobra nada. Lo liviano se junta con el misterio, la tristeza con la conmoción. Te sientas después de comer en el sillón, cojes un libro, pones el cd mientras ves en la calle militar a las gotas de lluvia en una procesión sin fin y cuando llegas a "Caroline" sientes que los nubarrones son irrisorios, frágiles, manchas sin fe.

El inicio de "Unrest" se deja llevar por una sombra tecnológica, bajo presión de mil llaves, mientras Douglas entona sueños, paseos por una cumbre de cierzo. Blanco y negro y colores fuertes. Todo junto en una colisión de caricias.

"Lungful" y "Swim" te dejan sin aliento, remando espuma, cartas sobre la mesa mientras meditas sobre el sonrojo del paso del tiempo. Uno de los discos más hermosos que se ha fabricado este año. Para gozar entre el frío, para darte calor sin rubor. 


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