La verdad es que siempre me han gustado. Quizás porque parece que con ellos el tiempo no pasa. "Radio" (2001) y "4" (2003) fueron mis favoritos. Luego han ido perpetuándose en su ideario de power pop, (la que titula el cd es una muestra de ello) a veces acompañado con pequeños apuntes de música electrónica como "De cine".
Lo suyo es el desamor, el abandono, las manos suplicantes de roce y las nubes siempre pintadas de grises tones ocres ("Tanto por hacer"). La Habitación Roja nunca ha jugado al despiste, ni quieren que les ubiques en sitios distintos a su campo natural de acción. Te ponen un piano para que silbes, "Si tu te vas (magnifica desolación)", o se las apañan en construir buenos hits de pop rock, como "No quiero ser como tú".
Me gustan menos cuando oigo "La casa en silencio" y quieren parecer lo que no son. Sobran las ínfulas modernas del tema. "Donde no exista el miedo", es la que más me gusta. Rock de alto octanaje, recordando las antigua colaboración de la banda con Steve Albini.
Apoyados en la barandilla, mirando los 80, los 90, los años que quedan por venir, Morrisey con leche de pantera, susurros y acicates ("Quedas tu"). Nostalgia por el tiempo perdido, por las magdalenas congeladas en un nicho de besos compungidos.
Acaban con "A dos metros bajo tierra". Síncope, abracadabras del amor, señuelo y seguir rectos hacia la cordura requerida. La Habitación Roja, nada nuevo bajo el sol, siguen igual de púberes, sus ritmos me los sé de memoria, pero no se porque me siguen gustando. Cuestión de seguir mirando atrás.
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