jueves, 21 de noviembre de 2013

POLAR. "Fireflies in the alley" (2010)


Escuchando a los valencianos Polar se me viene un grupo a la tête: The New Year. Sí, quizás sin tanta tensión en las guitarras, pero las estructuras de las canciones, con su melodía que te atrapa, con ese toque melancólico que rompe barreras, hace que la propuesta de Polar traspase fronteras con su seda venenosa, y su electricidad sofocada en un bucle de silencios carcomidos.

"Charming Hotel" es una muestra, solo una muestra de lo que este grupo tan interesante ha estado produciendo en su dilatada carrera. Suspiros de Low que en "The Hunting Bird" se chocan con la imagen desfigurada de unos Pavement de bajada total. "Your song" es rubor en las mejillas, instrumentación que cauteriza, galimatías que explota en una soberbia expresión detonadora de adjetivos líricos.

Y cuando llega "Eastwood", ya me tienen rendido, ya me puedo retirar a los aposentos del sueño placentero, para arrullarme con una andanada de ondas suaves, de ritmos que vienen del slowcore para partir hacia tierras donde la magia se confunde con el deseo de disfrutar de lo ignoto.

Cuando más se parecen al combo de los brothers Kadane es cuando en "The Boxer Part 1" se deciden a explosionar sus sugerencias en generosos derroches eléctricos que en "Coronado Ti" se convierten en un arpegio de luces que asombran nubes glaciares de amor.

"Stay-alive" es otro puñetazo en la mesa, otro pandemonio de suaves expresiones que denotan la sensación de escuchar a una gran banda, forjada con los fantasmas de  Red House Painters y otros generosos sirvientes del mundo cauteloso.

"All the music people" nos conviene escucharla cuando se cierren las puertas del ruido, cuando estés esperando la parada del bus de los suspiros, el mismo que para entre ceja y ceja, el mismo que es un fantasma convertido en tarta de cumpleaños. Polar, de Valencia,o del Polo Norte. Es igual, un café en una estalactita,  un rugido de oso, una mano amiga que se quema por ti. Buenos.


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