Barzin juega en la misma liga que los mormones Low, que el afligido cantamaldolor Mark Eitzel, que Red House Painters. Barzin es tristeza, soledad, ruidos de voces que no hacen más que pertenecer al espacio del silencio, del sosiego que buscamos para encontrarnos a nosotros mismos.
El combo canadiense liderado por Barzin Hosseini se sacó de la chistera estas nueve canciones que sin duda tendrás que poner junto al recuerdo emocional de los artistas arriba citados. Se mueven en la melancolía, se pierden por sombríos bosques de arboles de slowrock, prefieren dormir antes que armar bronca cuando el sol hace germinar nuestra primavera personal.
"Let's got driving" es como reencontrarte con los Galaxie 500, conduciendo por la sobremesa de los abrazos para que no se pierda el reflejo de los besos. "So much time to call my own" es pura orfebrería pop, delicada hasta romper los tímpanos a la tormenta de la tragedia.
El violín de comienzo de "Leaving time" es el pistoletazo de salida de un rumor íntimo de depresión que no se apaga, que no se va ni con un millón de vítores mentirosos. "Just more drugs" suena deliciosamente setentera y "Take this blues" es otra sentencia de esas que cala hasta la médula cuando lo que te pide el cuerpo es no ver a nadie, no saber nada de lo que transcurre detrás de los cristales de tu casa.
Barzin, un supositorio de ambrosía lenta, un pedazo de pastel rematado de morfina de desamor, un cáliz desecho por un reguero de notas decadentes que despistadas se pierden mientras se van los días. A disfrutar.
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