De Chicago son este trío, y como no, en los estudios del maestro Steve Albini, Electrical Audio, grabaron este portentoso disco de noise rock, de mathrock enfurecido, con canciones tituladas con una palabras (menos una, con dos), con rabia sin contener, con furia de esa que hace destruir cielos.
"Cam", es el comienzo de la tormenta, con ese sonido que apabulla, lineales sombras de bajo y una minimal confabulación de decibelios que perforan y perforan silencios. No hay desperdicio en "Shift". No hay donde sentarse cuando empieza a sonar maravillas del tipo de la canción que titula el cd, donde condensan a la perfección ese maremoto sónico, ese ritmo endiablado.
Luggage inquieta. Luggage no te deja cómodo, Luggage es un estilete afilado que no se detiene ante nada. "Rain" es colosal. Letanía lenta, la guitarra parece que quiere construir algo así como una melodía, pero antes de llegar a alguna parte se convierte en una oasis de perdición. Michael Vallera, su vocalista, en vez de cantar, recita dolor, aislamiento; crudos inviernos te imaginas como decorado perfecto para lo que oyes. Bestial.
En el tema de dos palaras, "Every day", nos recuerdan a la pegada de Shellac. Esto es contundencia, esto es devastación. Como ese revoltijo sónico que es "Blurred", himno que se destapa como la mejor track de un inconmensurable álbum.
No puedo dejar de escuchar la tristeza que rezuma por los cuatro costados "Watching". Algo así como slowcore subido de revoluciones, armado de nitroglicerina para el corazón. Sin palabras. El fin viene con "Rest", un epitafio a uno de esos discos que deja huella, que perfora tu necesidad de músicas para elevarte.
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