Estamos de enhorabuena. Tras seis años sin saber de ellos, Lisa Gerrard y Brendan Parry vuelven a llenarnos de misticismos, de músicas de otros siglos, de espiritualidad a lomos de carcajadas de rocío. "Dionysus" es un disco más imprescindible en su dilatada carrera, otra colección de temas divididos en dos actos, y desde que empieza el primero con "Sea borne", es como si hubiesen creado una pócima secreta para detener la dictadura del tiempo.
Dionisio, el dios griego de la vendimia, del vino, de la exaltación, es la figura que se fijan Lisa y Brendan para soñar almas libres de condena. "Liberator of minds" es sensualmente oriental y "Dance of the Bacchantes" es lujuria, voces de fiesta, bacanal y mil sueños.
El segundo acto comienza con "The mountain" con el aporte vocal predominante de Brendan, y que deja paso a "The invocation", donde ese torrente sonoro que nace de la garganta de Lisa, se convierte en un paseo por fuentes y mares en un oriente que se halla en la psique de los cuentos.
"The forest", es gótica y saltarina y el final con "Psychopomp", donde parece que está llamando a fin de viaje, al ocaso de un salmodia repleta de sensaciones y goce. Dead Can Dance siempre será un lujo para el escuchante. Su música siempre fuera de las leyes de lo que se oye en la actualidad, es un fiel reflejo de la inquietud de dos músicos que parecen tener el don de la sorpresa eterna.
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