martes, 15 de enero de 2019

BILL RYDER-JONES. "Yawn" (2018)


Qué gusto es toparse con artistas como Bill Ryder-Jones. El que fuera guitarrista de The Coral, en éste su tercer y mejor disco, (tampoco hay que perderse "A bad wind blows in my heart" (2013) y "West kirby country primary"(2015)), confecciona un potentente ejercicio de slowcore rompe corazones.

Y es que desde que se inicia el disco con la sobrecogedora y afilada "There's something on your mind", sabes muy bien donde poner este precioso disco: allí donde reposan los cds de The New Year, American Music Club o Red House Painters. Y uno que es aficionado a los desgarros emocionales, a la levedad confeccionada de arpegios de rocío, este "Yawn" es como la perfecta banda sonora para el ensueño.

"Time will be the only saviour", como el resto del trabajo, es una paleta donde los susurros de Bill Ryder-Jones se cruzan con silencios que te desgarran, creando climax de otoños perpetuos. Cuando no aparecen los destellos eléctricos, te dejas llevar por un folk de terciopelo donde es fácil perderse y volar, como en la brillante "Recover".

Pero cuando se hace verdaderamente exquisito el mensaje de Bill Ryder-Jones, es cuando nos suelta en mitad de proclamas de dolor, raciones de feedback encrespado y sentimental ("Mither"). Oir "Yawn" es instalarte en un porche a la luz de la tarde que se apaga mientras suenan maravillas contagiosas como "And then there's you" o la indescriptible "There are worse things i could do", bellezas que ronronean, suavidades que diseñan esperanzas y rubores encantadores.

Un disfrute de comienzo a fin."Don't be scared, i love you" es el culmen de la catarsis de un lp redondo, que sabe llegar al corazón, que te saca la lengua como el chaval de la portada, para que sonrias mientras te estremeces con flipadas como "John". Ayuda que la mayoría de las canciones superen los 4 minutos. Hay que tener tiempo para escribir sobre intensidades y nubarrones de luceros.

Bill Ryder-Jones, un nombre a seguir, un elaborador de sensaciones que parecen que no se apagan cuando el disco se acaba, y queda áun en el aire la huella del fin, ("Happy song"). De lo mejorcito que salió en el año ya marchitado. No hay que perdérselo.


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