Casi sin quererlo, la banda que lleva desde mediados de los 90 llenándonos la cabeza con rock rugoso psicodélico, con guitarras machaconas de stoner, space rock de ese indómito que se fabrica en una destartalada nave de producción masiva de LSD, ha construido con este "Under the pines", su mejor trabajo y uno de los discos más reseñables del año.
"Under the pines" esta compuesto por 6 canciones en 40 minutos, donde predomina los tiempos que te rasgan el corazón, climax casi de shoegazing-post rock, como en la catarsis que provocan cuando escuchas "Crossover", donde Isobel Sollebenger se da un atracón de emoción al límite, arrastrada en una colosal secuencia de rock de ese que te mece y destruye.
El noise está presente con pinceladas casi de drone. "Out of reach" avanza con su melodía envolvente, con la garantía de un viaje de diez minutos por un orbe de caos matizado, de intensidad que se explaya en grandes expansiones de guitarras, con Isobel arrullando nostalgia maquiavélica.
"My eyes out" es otra pasada de esas que te hipnotizan con sus feedback en coma, con su continuo y laberíntico ritmo que te atrapa y no arroja dudas. Pedazo de disco "Under the pines". "Moment to moment" parece una versión anémica de Giant Sand. Pelotazo glorioso, western de calor y sed perpetua.
La que titula el disco es un duelo a cámara lenta de guitarras que explotan sin pasarse, y "Effigy", para terminar, con el sonido de los vientos cosidos a una vacación sideral de luces infinitas, cerrando decididamente su mejor lp hasta la fecha, un monumento a la provocación de la exaltación.
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