Es imposible que decepcione un trabajo de Thalia Zedek. No defraudó cuando la oíamos en Uzi, Live Skull o Come y como en su carrera en solitario, sigue ofreciéndonos pistas para que continuemos confiando en su voz rota, en su romasticismo del dolor.
Desde que suena "Afloat", y su hermana "360º", con el piano de fondo metiendo baza en ese coloquio soberbio que efectuan con una banda que sigue a pie puntillas a Zedek por barrancos de emoción, de una desesperación siempre lejana a una pose.
En "Eve", sigue por la senda de "Six", repicando campanas de amor roto, componiendo odas que se mueven siempre en una tranquilidad que intuye los alaridos de la tormenta que se avecina, ("By the hand"). Y es que es imposible no caer rendido cuando suena "Illumination", sosegada y certera, rutilante y resistente a la morosidad del tiempo.
La de Chicago confecciona a su antojo un discurso donde todo la electricidad siempre esta contenida, donde aparece y aparece siempre en su sitio, en un laberinto donde prima la rabia sin alto octanaje ("Northwest branch").
Y si me tengo que quedar con una perla de la agonía, me quedo con "Not farewell", una letanía que quema, una radiante hoguera de fuegos fatuos, caloría íntima total. Quizás en su carrera en solitario, no Zedek no ha superado el listón de Come, pero sigue a lo suyo, sentada en una mecedora mirando al cielo como se avecina la tormenta para tratar de ordeñarla. Como siempre un valor seguro.
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