J.G. Thirlwell, músico inquieto australiano, es el personaje que se esconde tras la máscara de Foetus. En su haber toda una carrera de electrónica caótica, de sonidos industriales y de proclamas atemporales. Foetus es su monstruo favorito, una forma de expresión repleta de sustos y galimatías.
"Love", fue su octavo disco, un disco barroco, sinfónico, industrial, plagado de suspiros que estrangulan ("Not Adam"), de canciones de puerto embarrado de noticias de tragedía y exceso ("Mon agonie douce", en francés), o como en "Aladdin reverse", parece una versión de terror, metálica, de Mike Patton, y de cualquiera de sus proyectos.
En "Miracle", se deja llevar por la música electrónica, por los sintetizadores y en "Don't want we anymore", y en "Blessed evening" compone una particula banda sonora para algún desquiziado film repleto de perversión lúbrica. "Paredolia" es enigmática, sangrante, un gran espasmo de locura que cohabita en un tiempo de crimenes y horrores de escarnio.
Aparte de Foetus, Thirlwell ha estado implicado en vesanías del calibre de Stetroid Maximus, Wiseblood o Manorexia, solo por citar algunos de sus desasjutes músicos mentales, pero es en Foetus en donde ha dedicado la mayor parte de su persistencia como afilador de cuchillos sónicos.
Mi preferida, "Time marches on" es una pasada orquestal que da paso al fin del disco con "How to vibrate" y su parafernalia de suspense. Algo así como música para volver a poner música a "El resplandor" o a "Los pájaros" de Hitchock.Foetus un paseo por la angustia del rock.
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