Esta gran orquesta de la tristeza que fue Edison Woods (en este trabajo el grupo contaba con 8 componentes), liderada por Julia Frodahl, nos dio muchas noches de consuelo cuando la melancolía estrellaba sus alas contra el parabrisas de nuestros insomnios eternos.
"Nest of machine" empieza con la instrumental y trágica "Letter to the garden" y continua con la acicalada "Baby Doll", un caramelo de ternura que invade de azúcar tus agrios pesares, que los embadurna de una medicina cómplice de una cura aunque sea por un rato. Gozo y tranquilidad. ¿Qué más se puede pedir?
En "The Con man's lament" se acercan a un jazz oscuro y decadente para en su continuación con "Sing swan" imaginar postales tendidas al sol con aves arremolinándose mientras la voz de Julia arrulla cumpleaños. La que titula el disco, con ese inicio de vientos tenues, es otra de las joyas que se guarda en un disco repletos de suspiros y lamentos.
"Last night i dreamnt i world last forever" serviría para un vals de mentirijillas y "Rose" es calma chicha que se jabonea la cara con un puño de amapolas. Cuánta belleza escondida en "Bird in paradise" y sobre todo en ese final de casi nueve minutos que se llama "Galandrina".
Edison Woods, música otoñal para placeres atemporales, para estaciones internas de luces tenues, para recogerte y dejarte llevar por este artificio de artesanía. Puro placer.
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