Qué delicia es escuchar a The Chills. Cualquier disco de su interesante discografía es un buen islote donde perderde sin remisión entre cocoteros de kiwi pop y melodías de esas que te estresan los silbidos.
En este "Silver bullets" no hay que esperar mucho. La segunda canción, "Warm waveform" muestra el camino, la lógica de la melodía, la caligrafía del hervor. Ya llevan 30 años en la carretera a día de hoy, y Martin Phillips y sus chicos siguen haciendo pócimas vitales para intentar ser feliz, como la que títula el disco. Soberbia.
Pop de guitarras que se repartan la necesidad de avituallarnos de estertores de olas de cadencia inflamatoria o caligrafía que a veces hasta nos hace recordar a REM, como la reflexiva "Underwater wasteland".
Hasta cuando levemente les da por subir la distorsión de sus cuerdas les salen caramelos envenenados como "American says hello". Las más larga del cd, con sus ocho minutos, "Pyramid/when the poor can reach the moon", es una joya que especula y amaga, construida como un todo desde un armazón instrumental inclinado a la melancolía.
Y si quieres danzar ponte "Aurora corona", o la efectiva "I can't help you". "Silver bullets", con sus peces que parecen sacados de otras épocas, es otra pieza más de una discografía que llega hasta la actualidad. El año pasado nos ofrecieron "Snow bound", donde se les nota que el tiempo no tiene posibilidad de actuación cuando se tiene la suerte de ser alquimistas de buen pop.
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