miércoles, 1 de agosto de 2018

BLUETILE LOUNGE. "Half-cut" (1998)


Codeine fueron de mis bandas favoritas de los 90. Ellos escenificaron el slowcore como nadie. Su música emana tristeza, depresión, tragedia, noches de insomnio. Discos como "Frigid stars" o "Barely real", forman ya parte fundamental de la discografía de cualquier aficionado a los sonidos lentos.

Bluetile Lounge parecen unos hermanos pequeños de Codeine. Provenientes de Australia, con sólo dos discos en su corta vida, consigue repartirnos dosis de amnesia, partículas de introversión, con una facilidad pasmosa, con un deje hipnótico que te deja apaciguado para todo el día su escucha.

"Liner" es el primer referente donde detenerse para continuar con los doce minutos de "Hiding to crash", un crisol de voces que son susurros, de aspavientos de seda, de liturgia íntima para echarte a llorar pensando en letanías particulares, en silencios que dan miedo.

Nada mejor para los que nos inflamamos con Codeine, gozar con canciones como "Steeped" o raciones al por mayor de rabia interior ("Lapsis"). Una hora de tensión por los suelos, de estados en coma, de luces que son reguero de desdicha (L.T.D.)

"Cold lamping" es otra estrella en medio de la noche que no cesa, otra estridencia de lentitud programada para resistir las veleidades de lo rápido. Para acabar, "Old star", 11 minutos de oración solemne, de salud gris, de ojos llorosos de ácido de olvido.

Todo en Bluetile Lounge es efímero, de corta vida. Por eso duraron poco. Otro disco, "Lowercase" y adiós para siempre. Quedan sus temas, sus trallazos de individualidad enfermiza, de dolor que no cesa. Slowcore.


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