Vale, estamos en julio, a últimos y aun falta un tiempo para acabar el año. Aun así, dudo que se publique un disco como esta burrada de Future of the Left. Si, es complicado que alguien pueda conseguir que en cuarenta minutos no pares de botar, de gozar, de moverte como un poseso como cuando empieza "If AT&T drank tea what would BP do?" mientras el bajo se rompe, y el ritmo te vuelve orate.
La ostia. Los de Gales han engrasado su maquinaria, (más todavía), haciendo que este disco, sea el culmen de una carrera de 10. Desde "Curses" (1997) les he seguido la pista, y con este cd han llegado a lo más alto, a la cima de la bestialidad. "In a former life" es una secuencia programada de post hardcore ordenado, de gritos y eyaculación eléctrica, una bomba sin contener.
Las canciones de Future of the Left se te clavan, se te adosan al sedimento de tu psique, vuelas con ellos, te llenas de migrañas y luego empiezas a gritar. "Running all over the wicket" es un hit antihit. La guitarra repta, y como no recordar a Mclusky, la banda embrión de este pedazo de grupo que si hubiera salido en los 90, hubiera llenado las paredes con su nombre y su detonación.
Me gustan porque no se casan con nadie. Van a su aire. Te vacilan en "Miner's cruel" con sus voces que casi rapean y su gusto por la bestialidad con gotas de sudor de ángel. Pero la cosa tiene su miga.Las dos siguientes, a su manera, "The limits of battleships" y "Back when i was brilliant" son dos petardazos para no dormir, una secuencia programada de ritmo y frenesí. Todo un placer vamos.
Y lo que me apasiona del album es que no es posible coger aire, soplar y hacer una paradita. Imposible. "Eating for none" es una calentura de esputos y difamación, una rotura en el rock, una hemorragia que sutura espasmos.
¿Como no acordarnos de Shellac cuando nos enfrentamos a "White privilege blues"? Y como no parar de bailar cuando suena "50 days before the hun". Goznes que chirrian, palmas al viento, atalaya de luces y delirio. Para acabar un guiño a Dead Kennedys, "No son will ease their solitude". Si, me reafirmo, el mejor disco del año. La reostia.
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