Este contrabajista israelí es la leche. Mi primera incursión en su manera tan emocionante de tratar el jazz, me ha dejado con un buen sabor. Desde que el piano en la inicial "Beyond" toca a arrebato para que después la banda se tome en serio esto de dejarnos sin aliento, no te queda más remedio que seguir el hilo de Ariadna de este "From darkness".
Junto al pianista Nitai Hershkovits y el batería Daniel Dor, Cohen nos muestra su maestria, su incansable busqueda. Me encanta la potente "Abie" con ese ritmo endiablado que te mece y te escuece, con las manos de Cohen haciendo de batuta sobre la banda.
Estos virtuosos conjugan a la perfección sus instrumentos para que escalemos canción a canción esta cima de rayos pertubadores que nos motiva y nos desgarra. "Halelyah", es casi música clásica, atemporal, que milita en un mar de sensaciones. Pura alergía para sobrevivir en tiempos de sedación.
"Ballad for an unborn" es una serena inmersión en un parque de matices punzantes, donde los verdes duelen, donde las teclas del piano se afinan con la sensación de levedad; marchitarse no es morir, es pasar a otro estado, dejarse llevar por el viento hacia la nada. Y cuando Cohen se emplea a fondo con el bajo eléctrico en la canción que da titulo al cd, con sus filigranas y sus zigzag, para a continuación meternos en una espiral de ritmos casi latinos, no te queda más que levantarte de la silla y aplaudir lo que estas oyendo.
Y sigue el clasicismo en "Almah sleeping" donde parece que cada nota se suspende en el aire en una emotiva dispersión de que rompen cielos. A gozar pues de este envolvente regalo para este otoño naciente.