Junto a Parálisis Permanente fueron mis grupos favoritos de eso que se llamó La Movida, donde nos dieron gato por liebre con tantas cosas, con tanto moderneo insulto de relleno, donde sin embargo podíamos hallar bandas como los históricos y siempre recuperables Decima Víctima.
Este, el que fuera su primer largo, se abre con la que es una de sus mejores canciones, "La voz que me persigue", oscura, decadente, como un vals triste que irradia claveles zurcidos por cristales. Qué hermosura.
Formados por dos suecos, los hermanos Mertaneny, Carlos Entrena (voz) y José Brena, ponerte hoy temas como "Más allá del silencio", es decir que ellos fueron los que más se acercaron a todo el post punk que venía de las islas. Oyes a Décima Víctima y te recorren por el cuerpo Joy Division y Siouxie, la decadencia y la noche, las sombras que siempre avanzan.
"Escombros de futuro" se la pondría a toda esa recua de nuevos indies que solo tienen pose, faltos siempre de actitud, repelentes y vacíos de contenido. "Otro futuro" es otro faro en la corta discografía del grupo, donde la negatividad vital era un carnet de bienvenida para el club de los oscuros. Como "Almas perdidas", tantas veces escuchada, a todo volumen, en otra época lejana, cuando aun el tiempo no había efectuado su baile maldito.
"Fe en ti mismo" es una loa a esa individualidad tan necesaria y "Detrás de la mirada" es otro de los hits, que cuando me compré hace mucho ese disco recopilatorio llamado "Resumen", enganchó mis afanes degustativos de noches perpetuas. "Desde al acantilado" es otro de los platos fuertes, hipnótica, especial, de esos temas que tarareas mientras pueden contigo las sombras.
Para terminar, "Decisión", quizás la canción más elaborada de su carrera. Y es que escuchar a Décima Víctima era todo un delirio necesario y gratificante. Por eso hay siempre que recuperarlos.
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