Desde que escuche ese portento de disco que fue "About love and loving again", uno anda sobrecogido cada vez que llega a mis manos algún trabajo de este cantante sueco que te perfora el alma con su voz apagada y grave, con sus maneras para hacer de la lírica musical una expresión para romperte el corazón en mil pedazos.
"Wild hxmans" no iba a ser menos dentro de su necesaria producción tan repleta de islotes para soñar despierto. El inicio de disco con "Strangers in northeim" no puede ser más arrebatador, con esos susurros que nos acercan a David Sylvian. Y cuando empieza a sonar la tremenda "Curtain maker" tan triste y tan llena de dolor, de evocaciones a tus ratos de soledad donde el mínimo ruido es una grosería, ya no puedes más que sentarte, dejarte llevar, que la música todo lo venza. Sin palabras.
Canción de autor con la cara arrebatada de lágrimas, baja tensión en las pupilas que extraviadas buscan un punto de luz donde hallar islas para buscar exilios interiores donde sólo la calma pueda tender redes de silencio ("Stiegga"), slowcore tomando el sol cuando se pierde en el horizonte, casi como una aullido devastador donde el sonido de la guitarra nos remite al Neil Young más abrasador ("The thing is").
Lo que más me alucina de Kjellvander es su tremenda osadía cuando aparca la penumbra de su sonido, y se atreve en "Halle lay lu jah" con un arrebato sónico que en su parte de distorsión recuerda a Sonic Youth. "Love xomes" es otro de los puntos fuertes de un pedazo de disco que no puedes parar de escuchar, que te reclama al oído para que te despereces con él mientras sueñas abrazos.
Mi favorita, al final, "Faux Gernica", la más triste de todo el disco, la que más te lleva hacia confusos desiertos poblados de ventanas hacia la salud interior. Después de escuchar este trabajo necesitas repararte, respirar hondo, dejarte llevar por ese eco que se te ha clavado en tu ser. Lo de Christian Kjellvander es arte a unos niveles superlativos.
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