Que grande que fue Lydia Lunch. Una de las caras más reconocibles de eso que se llamó No Wave, ya dio muestras de su irespetuosidad hacia todo lo establecido cuando en el año 77 con sus Teenage Jesus empezó apuñalando el punk.
Junto a James Chance, DNA, Mars, Gleen Branca y otros muchos, desde NY, pusieron las bases a una música rupturista, ajeno a lo comercial, como puñetazo a la new wave, que triunfaba en los medios por aquella época.
"Queen of Siam" es un pedazo de disco, corto en minutaje (apenas media hora), pero que está repleto de música de cabaret para gente oscura, como ese inicio con "Mechanical flattery", donde el saxo de Pat Irwin, como en el resto de disco, arropa la voz perversa de Lydia ("Gloomy sunday" te hiela el corazón).
Es "Tied and twist" con sus ritmos rotos, y su ritmo amenazante, sitúa a Lunch, como una de las puntas de lanzas de un movimiento que duró poco, pero revolvió los oídos y la conciencia a muchos. Y que decir de "Spooky", versioneada por estos lares por ese pequeño gran grupo que fue Mil Dolores Pequeños. Un himno dulce entre tanta ponzoña.
"Los banditos" es una especie de western crepuscular y "Atomic Bongos" es la más caótica dentro de un lote de canciones que son soberbias todas ellas. "Lady Scarface" me recuerda a lo que más tarde haría Barry Adamson, música para películas ficticias de tiros y venganzas y "A cruise to the moon" es otra barrabasada de esa que provoca espinas en tu piel.
Ya casi al final, "Knives in the drain" certifica la intemporalidad de un disco de su época que resuena en nuestros oídos como un martillo pilón de rosas.
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