jueves, 24 de marzo de 2016

JULIO DE LA ROSA. "Las leyes del equilibrio" (2006)


Manuel está jodido. Ha sufrido una ruptura sentimental y su vida es una auténtica mierda. Manuel es el protagonista de este disco-narración, donde Julio de la Rosa siembra con sus obsesiones un cd árido, difícil, quizás una de las muestras de sus carreras más comprometidas por envolverse en si mismo y en sus circunstancias.

Está bien que a Julio de la Rosa le halla venido el reconocimiento por su BSO, de "La isla mínima". Una forma más de premiar la carrera de un tipo que se ha dispuesto vivir en los márgenes de la música independiente, diseñando discos de esos que son refinería para los sentimientos.

Este "Las leyes de equilibrio", tiene de todo, y todo interesante, desde "El puente", con sus coordenadas de rock íntimo, hasta "Tani's pub" a lo Tom Waits, siguiendo la estela de este hombre malparado que vaga por la ciudad de accidentes en accidente herido como perro viejo, llorando sus llagas mientras la luna sigue inaudita el recorrido de sus hazañas.

"Accidente" es hipnótica, reptante, y "Domingo por la tarde" es como una tarantela corcobadiana, arremolinándose entre las cartas de amor de tinta roja, basalto en los ojos mientras las nubes nublan voluntades y oxidan los tiempos. Grande.

También a reseñar "Nuevos mantras", y su pedagogía de lo íntimo, como "Fantasmas" y su nublado aire de folk retorcido. Para terminar, "Pueblo en fiestas", donde las peripecias de Manuel llegan a su fin. Aquí el piano es el que introduce la andanada de corazones que como corzos desbocados corretean entre luminarias de entierro y manos de adioses. Julio de la Rosa. Un fenómeno a seguir, un músico inigualable.


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