Tras el paréntesis vacacional en tierras de dinosaurios, Discos Pensados empieza la semana con un disco de esos para ayudarnos a afrontar la vuelta a los quehaceres laborales cotidianos. "El bosque en llamas" es otra muestra más de que hay vida después de Los Planetas, con este grupo catalán que sabe tocarnos la fibra.
Con tan solo escuchar "Si desaparezco", con ese vendaval de lirismo desasosegante, remolino de noche que se quiebra en versos de colores ámbar, sabes que el disco te va a deparar gratas sorpresas (por aqui aparece Abraham Boba tocando el acordeón) para inflar globos de colores tormentosos.
El segundo disco del grupo comandado por Jaír Ramirez es rico en texturas y en irupciones guitarreras como en "Tu Marca", donde explosionan en un bacanal de ruido atrincherado entre nubes de voces que vagan por la infancia de la magia eterna. Me gustan los arreglos, los subes y bajas, la leyenda sónica en "El eléctrico romance de Lev Termen y de la Diva del Eter", donde crean un climax ambiental decorado con serpientes eléctricas y manías de andar por casa, trompeta incluida.
"Los enamorados" es una lenta travesía donde el pop es caramelo envenenado, palabras que van y vienen, amores que vagan en rúbricas del ayer, fotos destartaladas en cuadernos enfundados con ese nombre que el paso de tiempo no ha podido tachar. La portada del album, lo dice todo. Paroxismo y misterio. "Lobo estepario contra caballos desbocados", es puro postrock, catarsis de una banda que se forjó su propio camino, atrincherados en el acero frágil de los sentimientos al límite. Total.
A la espera de escuchar su ultimo trabajo, "Justicia Poética", "El hombre bosque en llamas", con su reflexiones detonantes y sus lujosos parabienes instrumentales, nos da el pie para gozar con "La metamorfosis" y su despampanente hechizo, puerta de entrada a un laberinto donde rugimos con los recuerdos, donde festejamos en nuestros oidos que existan exhuberantes palpitaciones para alegrarnos la vida.
"El bosque en llamas" es una estupenda coartada para seguir apostando por los crescendos de corazón, donde grupos como Migala plantaron una flor, que Pumuky ha conseguido convertir en una floresta ardiente.
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