jueves, 7 de marzo de 2013

DEDICADO A 301 COMPAÑEROS/AS DE LA UNIVERSIDAD POLITECNICA DE MADRID QUE QUIEREN DESPEDIR




LOS 301: ELLOS, NOSOTROS

Si se lleva a cabo el despido, amortización, crimen laboral de los 301 compañeros, será el fin de nuestra Universidad. Los 301 como símbolo de que se prima al que roba y mal gestiona y se defenestra al que colabora con su esfuerzo para la construcción de un espacio, la Universidad,  semilla del futuro.

Me imagino la vida que les espera a los 301 sí al fin el Rector y sus secuaces logran convertir la UPM en la primera Universidad Publica camino de convertirse en Privada. Me imagino las facturas sobre la mesa, una tras otra, montaña que crece y crece. Me imagino las neveras que se irán vaciando, los abrazos en silencio para que los niños no se enteren de que sin trabajo no podrán tener  ese libro favorito, ni podrán escalar las montañas de los sueños.  Me imagino la implantación marcial de la depresión, los ojos llorosos cavando tristeza en el espíritu mientras se preguntan que han hecho ellos para que ocurra esta debacle.

Los pusieron un número, tatuado en un papel. Sin nombres, reses hacia el matadero, cifras para tapar los desmanes de los que están haciendo de lo público un casino. Nuestra Universidad es una pequeña  España. Aquí  tenemos sobres que se llaman fundaotetés, aquí hay Gurtels chinas, redes  oscuras creadas por grises personajes del hampa.

Los 301. Si se van ellos, nos echarán a todos. Poco a poco, un año tras otro, irán dinamitando la Universidad para que lo económico predomine sobre el bien social de la educación. Así es este país, así ésta Universidad. 

Si se van, quedará el vacío. Mesas poseídas por el dios polvo, sillas frías, máquinas y espacios físicos que guardarán un tiempo su calor hasta que el recuerdo de paso a la costumbre de la ausencia. A veces hablaremos de ellos, nos acordaremos  de situaciones que vivimos juntos, maldeciremos a los que han ocasionado este daño tan funesto. Luego, el paso de los meses nos hará  habituarnos a lo cotidiano.

Cuando los consejeros acudan a votar deben de saber que su voto es una sentencia de muerte laboral, es un disparo certero a la esperanza de futuro, es manchar la biografía de cada compañero con óxido, llenar los bolsillos de deudas imposible de pagar. Los consejeros que voten sí a las medidas deben saber que aquí sobran. Que no queremos a nadie que priorice  la opacidad en las cuentas al mantenimiento de  una plantilla necesaria.

Sigo creyendo que podemos seguir luchando, que podemos parar el aliento de la derrota que nos amenaza. Juntos, como una ola de imposible parada, como un montón de voces, de gritos en movimiento constante  contra el estado artificial de las cosas; estado generado por unos ladrones de guante académico que se sirven de lo público para cercenar el día a día de cientos de compañeros.

Si los 301 se van, al poco, tendremos otros 301. Ellos, nosotros. Nosotros, ellos. No, no lo permitiremos. Porque si alguien tiene que caer es el que miente y engorda con falsos oropeles de promesas políticas. Contra ellos siempre, por los 301, por nosotros.

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