Otra banda a recuperar. Oneida. Comenzaron su andadura a finales de los 90, y este disco, "Secret wars", es quizás el más redondo de su carrera, el más envolvente, el que más se ciñe a ese noise rock ruidoso que a veces te recuerda a Sonic Youth ("Treasure plane").
Los de Brooklyn, nunca se han cortado, ni han bajado la guardia, mediante la experimentación y las aristas, en busca de nuevos senderos donde hipnotizar al personal. "Casesar's album", es una muestra de ello. Minimal y circular, las guitarras encierran aires de progrock, de lisérgicos paseos por colores indefinidos.
"Captain bo dignifies the aligations with a response" y ese empiece setentero que es un pedazo de hachazo y que a cada minuto que pasa se va volviendo más lunático, es un torbellino de aires alocados. Otras veces, como en "Wild horses", rozan la melodía, pero con maestria se paran en el acantilado para que volvamos a sentir el peso y los picores de la juventud sónica.
Años llevaba sin detenerme en Oneida, y la verdad es que el paso del tiempo no ha dejado huella en ellos. Su última aparición discográfica data de 2012, "A list of the burning mountains", continuador de este sonido, pero sin llegar al climax que fabrican en tracks como "$50 tea".
De juguete parece "The last act, everytime" y los catorce minutos de "Changes in the city" ponen la guinda a un pastel lustroso, repleto de venenos expansivos, de ladridos y montañas de sonidos que nos incitan a la rebelión auditiva. Un deslumbrante disco, para los amantes del noise rock, de los margenes y la reflexión extrema.
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