Lo reconozco. Lo asumo. Llevo cinco escuchas del disco y puedo decir que me tiene subyugado, roto, por sedimento de lírica y flores a mansalva de candor. "Winstor Churchill's boy", con solo el comienzo, ya me tiene ganado. Joder, que dolor. Parece que Jeff Buckley se ha encarnado en la voz y el alma de este londinense.
Empezó tocando en el metro de Paris, exiliado de Londres, ahora le tenemos en nuestro corazón. Si, es como ponerte a Nina Simone, Leo Ferre en bucle y al chico que se perdió en el Missisipi. "Then i heard a bachelor's cry" es una pedazo de balada de esas que se entretiene en tu cabeza, que te deja hielo mientras tu aplaudes al hombre que se mete en el rojo para salir en el vacío.
Posiblemente uno de los mejores discos del año que se nos fue. Ahora viene a mis manos, por correo, y yo que lo abro, lo pongo, y el comedor que parece mas chico, más tímido con su blanca palidez. Benjamin Clementine. "Adios" con sus violines minimalistas y el piano a toque de batalla, es toda una muestra del duende de este hombre grande que me tiene rendido. Benjamin Clementine. El arte tiene muchos vestidos, con Clementine, es fácil regodearte de este pellizco de luz, de este fundamento de candor.
"St-Clementine-on-tea-and croissants", es una burbuja de terciopelo. Drums and bass clásico, vergeles en la memoria, rocío en un paseo donde dejar nuestros recuerdos prendidos de un nogal marchito. Nos fiamos de Benjamin para que ponga sentido a la nostalgia, para que supure nuestro dolor canela en rama. Que gozo esta escucha, de esas veces que la compra de un disco trae dicha y un dineral de minutos de aplausos.
Benjamin Clementine. Sí. Palmas y sonrojo. "Condolence" me ha dejado sin palabras Leo Ferré, Nina Simone, Benjamin. La voz grave que se alarga, las teclas que emocionan, la pulsión que detona mientras los dedos intentan no paralizarse con este síncope de algarabía íntima.
Luego viene "Cornerstone", otra brizna de hierba que recojo con mi aliento, un petirrojo en la barandilla de mi amanecer, la voz rompedora de tormentas mientras pongo el grito en cielo, en lo alto de una sacudida nerviosa. "Quiver a little" pone otro ladrillo más en la edificación de la emoción. Buckley, soul, rompe corazones, pura dinamita para los que ansiamos discos que nos rompa el alma.
"At leart for now" es un regalo que viene de los cielos de la dicha, un pedazo de placenta de los sentimientos que boga por alegría de las escucha, mientras tú, en el sillón, no puedes leer ese libro que te secuestra, por la voz de Benjamin que te pide atención, escucha. "Gone" viene y tu te derrotas. Fantasía mayúscula, palabras al por mayor.
2 comentarios:
Madre del amor hermoso. Esto qué es? Menuda maravilla es la muestra que has puesto. Voy a profundizar. Si el resto es así habrás acertado total, fantasía mayúscula. Abrazo.
Amigo Johnny, si, el resto es igual o superior. Ya me contarás. Abrazo
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