lunes, 31 de agosto de 2015

RAFAEL BERRIO. "Paradoja" (2015)

Discos Pensados vuelve. El verano dice calor aunque los vencejos sigan embadurnándose con crema solar. Calor. Todavía pendiente el cambio de domicilio (locura asegurada), ganas tenia de hincar los oídos este pedazo de disco, sin ninguna duda, de lo mejor aparecido por aki en lo que va de año.

Y es que acostumbrado a los sonidos también interesantes de cantaflor de sus discos "1971" y "Diarios", este "Paradoja" es una de las escuchas más eléctricas y emocionantes que te puedes topar a fecha de hoy. Solo con la instrumental "Paradoja" y su inclinación guitarrera a Pixies ya te picará el gusanillo, saber de que va este "Paradoja".

Berrio ejerce de Lou Reed, de Tom Verlaine con versos persiana, con sombras acantilado, con su voz tan personal y agitada. "Cambios a mansalva y decadencia", es todo un choque emocional, una amalgama de poesía entre guitarras a ritmo de himno. En "Mis ayeres muertos" no te queda más remedio que dejar todo lo que estás haciendo y trotar sin parar. Su lenta incitación, sus palabras cenicero, la cosa que se está poniendo peligrosa mientras la canción se acelera, mientras todo se torna descubrimiento.

"Niente mi piace" es un bálsamo, New York encuentra a Donosti, mientras "Yo ya me entiendo", suena a Sonic Youth a borbotones. Vacilona es "Contra la lógica" y "El animal que has sido" es todo un tratado para seguir los pasos al recuerdo, elucubrando pulsaciones y situaciones que reiteran el inconformismo y la agitación.

"En lo mórbido" es otro trallazo comedido, un volcán donde el escritor se queda con nosotros, se retuerce en un estampido, en una insurección natural por la desintegración. Pedazo de disco para la rentree. "El mundo pende de un hilo" es la silueta final, el esfuerzo para trabajar figuras configuradas con salmos de petunias y caligrafía de dioses funestos.

Ya tenemos a otro héroe caído, a Orestes y a Icaro, a un tahur de letras, a un matemático de objeciones y extrañezas. Da gusto ver acabarse el verano con las notas de este disco que como mariposa espera el fin hacia una naturaleza de crisálidas eternas.


viernes, 7 de agosto de 2015

FERNANDO ALFARO. "Saint-Malo" (2015)


Surfin Bichos, Chucho, en solitario, Fernando Alfaro,  faro de muchos sonidos que traen recuerdos, recuerdos que son pelaje jóven, flores desgarradas o versos sueltos. Participe y culpable junto a unos cuantos locos más de que el término de música independiente en nuestro pais tenga relevancia, un significado que en el futuro llenará páginas sobre lo que sucedió en nuestra tabla ibérica.

"Saint-Malo" es justo lo que necesitabamos para llevarnos en este verano abollado, con unos calores del Sahara, para perdernos en noches sin fin mientras "Velero" suena a hit de tardes melancólicas o de montañas que se cepillan los dientes con nubes corsarias. Que bueno que viniste Fernando. Tachando los días para saber cuando el cohete de "Saint-Malo" volaba por siderales mundos de rimas insolentes y guitarras que crujen.

Y es que este disco es un poco cánido y un poco bicho. 2015, año para volver a sonreír. "Saariselkä Stroll" es una maravilla pop, una proeza cayendo al vacío con palabras que te reconfortan, con la voz de Fernando siempre dándonos la mano. Con un grupo detrás competente para los golpes y las caricias, Alfaro ha dado de lleno en el clavo.

Todo es bueno en "Saint-Malo". Todos son apuntes en el subsuelo en forma de dibujos y acuarela ("Tempus fugit"), muestrario de suavidades que nunca acaban en tersura. Ahora que Discos Pensados se toma un descanso por el verano y por un cambio de domicilio que se avecina, escuchar discos como éste te reconforta y te alivia, te alienta a explotar silencios.

"Arrancando las vías" nos ofrece la versión más díscola de Alfaro, punk metido en fiestas de sonetos a traición, gritar y gritar para que nos perdamos en el vacío más absoluto. Brutal. "Saint-Malo" es un disco lleno de ideas, de melancolía, para los seguidores de la secta que empezó con fuerza cuando los Surfin Bichos se comían las olas a tragos de azufre. "Me hiere no me hiere" es amenazante, un paseo por el desfiladero, un runrun que te pilla mientras las guitarras parecen que tienen ganas de temblar.

También hay tiempo para el hedonismo y la catarsis; "El ascensor de Herodes" es casi un juego de colegio con esos teclados que te emocionan y el tarareo de Fernando arrullando las hojas que jamás caducarán de ese árbol desconocido. Mecerse, mecerse y soñar. "Se aniquila piso" nos toma al asalto, aquí con desparpajo y rabia, y la epopeya de "La edad Media" es un escondite donde es imposible no querer perderte en los agujeros de la noche profunda.

Verano que quema, verano que se lleva, verano que se sufre, verano que con un paraguas como este disco acomete los rayos solares con destreza y furia. La misma furia de "La luna aplastada" donde la electricidad desborda los raíles de este viaje quebradero de cabeza para la calma. Y para el epilogo, la última página del libro, "La eternidad" y "Eso fue todo", perfecto para un daiquiri de sombras, o para jugar a las canicas con tu hijo.

Orgullosos deben de estar esos chiquillos que en "Chapoteosis de chiquillos en la bañera" retozaban y cantaban entre espumas de un Poseidón de juguete. Feliz verano y como siempre, mucha música, muchos viajes.... Saint-Malo....