jueves, 30 de mayo de 2019

BLOOD QUARTET. "Until my darkness goes" (2018)


Pedazo disco que se sacó de la chistera Mark Cunningham en este proyecto llamado Blood Quartet, donde cohabitan en perfecto estado de emoción el jazz y el noise, en un entramado musical de esos que se caracterizan por su valentía y por el afán de superación.

"Broken soldier", la primera canción, ya nos levanta del suelo con su artimaña de ligereza peligrosa. Cunningham acompañado por el trio de Sabadell antes Murnau B, consigue construir una buena pócima de veneno radioactivo, de suavidades malsanas, donde la improvisación casa con la urgencia ("NYC limits").

Cuando parecen una calcamonía de Sonic Youth, lo cuadran, explorando pequeños rebrotes de melodías en un dique de armonías noise ("Fire folk"), o espectrales nanas siderales que se arrastran y duelen ("Velvet love").

La trompeta del ex-Mars suena atronadora y punzante en la jazzy "Chemistry of tears", y si he de elegir mi fagorita, esta se encuentra en la mitad del recorrido del cd, en la noise "Surfir rueda", tema brutal de principio fin, casi cercano a esa No Wave de la que Cunningham fue un actor determinante.

Reflexiones sónicas que nos recuerdan al gran Davis suenan en "Jandek"  y en la colosal "Invoke" nos regalan un buen motín de introversión naif. Ruidosos y expansivos suenan en "Stress of her regard", canción que podía estar en cualquier disco de Sonic Youth para en "Eigenlicht" enfangarse en una gloriosa concatenación de caos.

Blood Quartet, una excelente manera de disfruta de un menu de jazz noise, de parte de una de las figuras mas emblematicas del undergroung americano. Todo un lujo que no hay que perderse.

martes, 28 de mayo de 2019

THE YOUNG GODS. "Super ready/fragmenté" (2007)


La banda suiza The Young Gods, fue una de las propuestas más interesantes del panorama de música industrial con atajos siempre hacia la tecnología y al metal. Empezaron en 1987, y su último trabajo data de 2010, "Everybody knows".

Este "Super ready/fragmente", fue su sexto proyecto y desde que suena la potente "I'm the drug", no podemos más que felicitarnos por los calambres estilísticos dentro del canón industrial que sustentan. A los que les gusten Ministry o NIN, The Young Gods, les dará una buena porción de alegrías ("Freeze").

Utilizan con sabiduria los sintetizadores en "C'est quoi c'est ça" y en "El Magnifico", y en "Stay with us", tiran de misticismo para llevarnos a una espiritual de engranajes metálicos. Así eran The Young Gods, que con el tiempo fueron matizando su sonido, ya lejano de las estridencias del que para mi fue su mejor trabajo, "L'eau rouge" (1989), conservando sin embargo, una personalidad bien definida, llevándose los halagos del desparecido David Bowie.

Franz Treichler y sus chicos saben como confeccionar retales de rock industrial con moldes de aspaviento ("The color code"), y punzantes tonadas de ritmos machacones de esos que pulverizan la calma  ("Everywhere").

The Young Gods, fueron una potente concatenación de rock industrial sin sitio para excesos y tensiones extremas. Tecnología, guitarras y furia domada lo de estos suizos furiosos.



domingo, 26 de mayo de 2019

PS I LOVE YOU. "Meet me at the muster station" (2010)


Esta pareja canadiense, abrió la caja de pandora de su particular libro de estilo del indie rock, con carmín noise, con este "Meet me at the muster station", y la jugada les salió bien. El tema que titula el cd es una muestra de ello, como "Breadends" y esa psicosis que cauteriza, que da forma a un volcán que ejecuta fuego y arbitrio.

"2012" es otro de los momentos culminantes que de un disco que se posiciona por sus espasmos y su prolongación de la melodía entre guiños a un pop de esos que se hace querer ("Cbez"), o himnos de andar por casa para subir el volumen y dejarte llevar ("Little spoon").

Cuando más me gustan es cuando afilan la distorsión, cuando suben el volumen y se echan a volar en un mar de shoegazing febril y repleto de catarsis, como la emocionante "Butterflies & bones", o ese petardo de ruido que es "Scaterred".

"Facelove" es un pedazo de indie clavado en el ojal de tus añoranzas más profundas, y "Get over" tira de ajetreo y densidad para conseguir otro ejemplar necesario de canción para votar. La segunda parte de la canción que titula el disco, firma el epílogo de un disco que se pasa en un pis pas, canciones redondas que buscan  la inmediatez, el colapso, romper las reglar y bucear entre burbujas de pavor y frenesí.


jueves, 23 de mayo de 2019

THALIA ZEDEK BAND. "Fighting season" (2018)


Sólo basta presionar el play de tu aparato reproductor para que suene "Band again" y la devastación a la que nos tiene acostumbrado Thalia entre como un huracán con su bucolismo que hace daño, con su rabia que incomoda, con esa voz que parece un geíser de dolor.

Si ya nos dejó sin respiración con su proyecto visceral llamado E, este "Figting season" se construye sobre unos cimientos de crítica política a los malos tiempos que estamos viviendo, y como un viaje hacia la biografía de una artista repleta de sombras, adicciones, miradas bajadas.

No hay nada impostado en Zedek. Todo nace de su corazón, todo son aristas que queman ("What i wanted"). Chris Brokaw, viejo camarada de correrías la ayuda en éste tránsito doloroso, y J.Mascis, también aparece acompañando a la ya potente formación que sigue a Thalia. La que titula el cd es un boomerang, un zarpazo que te inyecta hastío y detonación,  echando las guitarras chispas es un maremoto melódico brutal.

"Off the unknown" es otro de esos puntos fuertes de un disco que es una hemorragia, y que no ceja en un encadenamiento de tracks para soñar tragedias ("Ladder"). Lamentos, tranquilidad, a veces algún sobresalto, alguna llamada inesperada a la puerta mientras buscas en el cajón la forma de no olvidar lo que se va ("War not won").

Llegando al ocaso del álbum, la acechante "We will roll", y sobre todo la inquietante "Tower", ponen las letras de final a un disco de esos que sobrecoge por su belleza y dolor. Sabemos que Thalia Zedek nunca nos va a fallar. Tiene grandeza para dar y tomar.


martes, 21 de mayo de 2019

CHROME. "Half machine lip movies" (1979)


En el haber de Chrome esta el ser consideradas como una de las bandas más importantes dentro de la música post punk en su vertiente cercana a la música industrial. Afincados en San Francisco, y formados por el batería Damon Edge y Gary Spain al bajo, John Lambdin a la guitarra y Mike Low a la voz, (sustituido por al poco por el que seria el lider del combo Helios Creed) este tercer disco es un crisol repleto de sonidos extremos, distorsiones agobiantes y una buena ración de ostias a los oídos.

Ves la portada de disco y te imaginas un mundo en peligro; cemento, rigidez de formas, colores que espantan. Escuchas "Zombie warfare (Can't let you down)", y no puedes dejar de zambullirte en su universo punk con sonidos metalizados, caminando hacia el krautrock con pavor y ruido.

"Creature eternal" usa los pedales para ejecutar una danza macabra  "TV as eyes" es otro de los puntos fuertes de un disco de esos que merece otro oportunidad, de sacudirse el polvo del tiempo y volver a pincharse.

Suena "You've been duplicated" y su insolente ritmo industrial entre voces que se prenden en The Stooges para en "Mondo anthem" construir un infierno de máquinas devoradoras, de espejismo rotos y grabaciones malsanas.

La que titula este potente disco es quizás la más oscura y reptante de todo el lp, y que da paso a "Abstract nympho" y su sugestivo arsenal de rugosidades a mansalva. Zumbidos y estridencias te encuentras en "Turner around" , donde vuelven a inflamarlo todo con el ritmo sincopado y sucio.

Valga pues este artículo para recuperar a una banda seminal, de esas que marcaron huella y estilos. A destacar de la misma forma,el proyecto de su cantante con su propio nombre, Helios Creed, que también nos ofreció buenos momentos de diversión ruidosa.


jueves, 16 de mayo de 2019

PJ HARVEY. "The hope six demotion project" (2016)


Lo reconozco. La última vez que disfruté de un disco de PJ Harvey fue con el lejano "Stories from the cities, stories from the sea (2000). Seguidor acérrimo de sus primeros trabajos, la ví en directo un par de veces, y en aquella lejana época estaba plenamente enganchado a ese huracán de fuerza que desprendían sus discos.

Mis dos favoritos, "Dry" (1992) y "Ride of me" (1993). También me emocioné con esa bomba que fue "Too bring you my love" (1995), pero a partir del "Stories..." me fui desenganchando de ella. "The hope six demolition", no es un mal disco, tiene buenas canciones, pero ya no es lo mismo.

El disco nace de unos viajes que hizo Polly con el fotógrafo Seamus Murphy por Kosovo, Afganistán y Washington, y todo está envuelto en un trasfondo de necesaria crítica social. En lo musical hay de todo. Himnos de rock como "The community of hope", pequeños trallazos matizados por la voz de Harvey, "The ministry of defence", o aproximaciones casi sin querer a Morphine, como "Chain of keys".

Me sigue faltando la mala leche, la embestida que proponía en sus inicios. Imagino que eran otros tiempos, otras circunstancias, otra PJ. "River anacostia" apenas me dice nada, como la neofolk "Near the memorials...".

"The orange money" es un querer y no poder y levanta algo el vuelo con "Medicinals" y el blues de "The ministry of social affairs". También me gustan los vientos de "The wheel", y en "Dollar, dollar", vuelve a incidir en lo irregular.

Lo dicho, buenas letras, buena implicación de PJ Harvey para un disco que no me hace quitar de la cabeza esa tormenta que fueron los primeros años de este torbellino que se fue difuminando con el paso del tiempo.


martes, 14 de mayo de 2019

PERRO. "Trópico lumpen" (2018)


Lo han vuelto hacer los murcianos. Tras el asombroso "Estudia, navajas", (2015), este "Trópico lumpen", de principio a fin, desde que suena la arrogante y visceral "Celebrado primo" y terminan con la sideral "Ese tu frescor", es un compendio de post punk con aires del trópico ("Sin ser yo nada de eso"), una celebración de fulgor y victoria, de fuerza y electricidad.

Lo pones en tu plato y el disco te pide volumen alto. Y eso es bueno. Miras la portada del lp y te puedes imaginar lo que puedes hallar dentro. Hasta hay veces que tienen un deje a Pony Bravo ("Por mí, lo que veais"), pero lo suyo son las aristas, las sonoridades bastardas, un krautrock de esos de andar por casa, amateur y para nada repleto de paranoias.

"El sereno" es punk fabricado con acritud, un minuto y medio como un rayo que no cesa y que da paso a "Supercampeones" donde los sintetizadores toman al asalto la pista de baile, como unos Talking Heads enfebrecidos por la conmoción del momento.

Aunque cuando me gustan de verdad es cuando te aprisionan con sus distorsiones malsanas ("Pickle rick"), o cuando producen vaciles del tipo "Campamento golifa". En "Disco mascota" viajan hasta en los 80 con esos teclados pasados de vuelta para volver al trallazo fino con la bestial "Cronobecoins".

Terminan "Trópico lumpen" en plan jam sessions de tripi ("Ese tu frescor"), una manera como otra cualquier de atinar, de dar en la perfecta diana. Perro, ladrador, mordedor, agitador, lo que hace falta para huir de la mansedumbre.


domingo, 12 de mayo de 2019

PETER SILBERMAN. "Impermanence" (2017)


El lider de la banda de art rock The Antlers, Peter Silberman, nos regaló un disco de esos que es como una catarsis envasada al vacío, una calmada experiencia que entronca al escucharlo con Jeff Buckcley, de quien se fija tanto en la voz como en esa forma tan atinada de observar y musicar el silencio en sus amplias formas ("Karuna").

"Impermanence" es un disco que vale para tratar tu tristeza, para llamar a la siestas, como vehículo principal para atajar las tardes de los domingos, para sentarte en el sofá con tus auriculares arañando leves arpegios mientras las notas se estancan en un murmullo febril, en una suavidad que te hace conmover ("New York").

Ninguna huella queda de The Antlers en este su primera incursión en solitario. Oyes "Gone beyond" y te entran ganas de gemir como un aguacero. Leves apuntes de guitarra, luces que van acabando mientras Silberman canta rondando calles de lírica, vacíos existenciales llenados por un deseo, lamentos largos que no se paran más que con la sensación de afrontar la lucha por la supervivencia de un recuerdo.

La gestación de este disco nació de una infección aguda de oído del ex-The Antlers, que le hizo recluirse en un bunker rodeado de margaritas para cristalizar su dolor en este sobrecogedor "Impermanence".

Llegamos a la cuarta canción de las 6 que tiene el álbum, y nos enroscamos en la ferocidad calmosa de "Maya" en sus dilemas de sombras y vahídos, de letanías que no para de expandirse en esa siguiente parada que se llama "Ahimsa". Para terminar la que da titulo a este bálsamo para la desdicha, otra pastilla para denegar del ruido. Calma, mucha calma, sueño y buen despertar.....


viernes, 10 de mayo de 2019

MEWITHOUTYOU. "Brother, sister" (2006)


El título de este tercer disco de los norteamericanos Mewithoutyou, proviene de un canto de San Francisco de Asís. Las letras de la banda tienen todas un componente espiritual, religioso, influencias del sufi Rumi y de otros heterodoxos de la religión. Valga lo dicho, para situar a un grupo, que en lo musical, que aquí es lo que más no interesa, supo edificar un buen material de descargas de rock medicinal.

La primera "Messes of men", te pone en alerta, para empezar con los himnos que bien pudieran estar en la discografía de los primeros Buffalo Tom, ("The dryness and the Ryan" con Jeremy Enigk de Sunny Day Real Estate, de apoyo vocal), o adentrarnos en un folk acogedor de acordeones y nupcias tranquilas ("Yellow spider").

"A glass can only..."  es sediciosa, ácida, con las guitarras trucadas de distorsión y con su orador cantante Aaron Weiss repartiendo consignas de panes y vinos. Canciones redondas que salen disparadas a borbotones, melódicas y expresivas, ("Nice and blue pt.two") y otras tonadas más contenidas pero manteniendo siempre la tensión ("The sun and the moon").

"C-Minor" tira de épica, cabalbando a lomos de trompetas que suenan a barrunto y "In a market dimly lit" busca en el sosiego un estado emocional donde hallar en los cielos la luz que tanto anhelan buscar. Buena instrumentación, buena pegada, potentes arreglos de electricidad.

"O porcupine" es otro de los puntos fuertes de un disco que no para de percutir y donde "In a sweater poorly knit" pone el punto y final a un buen manual de desgarros emocionales envueltos en consignas de religión. Me quedo con la música y su reguero de espasmos.


martes, 7 de mayo de 2019

FONTAINES D.C. "Dogrel" (2019)


Los irlandeses Fontaines D.C., con este primer disco, se merecen competir con Idles para estar en lo más alto en ese trono de grupos que darán mucho que decir, que nos inundan con vehemencia de guitarras y proclamas contra los malsanos tiempos que vivimos.

Llevo escuchando este disco tres días y no puedo parar de moverme y gozar cada vez que lo pongo. Adrenalina, urgencia, tensión y juventud a mansalva. Empiezan con "Big" y te recorre una fiebre de excesos y electricidad para en "Sha sha sha", regalarnos una vacilada de esas que como tantos temas del disco tienen el ojo puesto en The Fall.

Los descubrí con "Too real". Vi el video y empece a interesarme por ellos, a intentar saber de donde venían. Habían sacado singles por entonces, hasta que no hace mucho nos regalaron este seguro de los mejores disco del año 2019.

Tienen melodía, tienen un cuerpo de distorsión siempre controlado que te lleva de la mano hacia los 80, y sobre todo, lo más importante, les sobra originalidad y valentía para plantarse con canciones redondas, sin ningún bajón en todo el disco ("Television screens").

"Hurricane laughter" es de las más punk del lote, con su bajo machacón, y con una tensión que va subiendo a cada segundo. De nuevo la sombra de Mark E. Smith se pasea por el filo de la navaja de sus guitarras, de su intensidad brutal. Y después de este inicio tan potente, llega la que quizás sea mi canción preferida del año, la que más veces he puesto, la que repito y repito sin parar cuando me pongo "Dogrel": "Roy's tune", una maravilla de indie pop que te hace erizar la piel, que te pone en pie, que te quita las penas, que te hace salir al balcón y mirar al cielo mientras las cigueñas se adueñan de un pedazo de nube. Colosal es poco, un tema de esos grabado a fuego que seguro aguantará las embestidas del tiempo. Yo siempre me acordaré de "Roy's tune", de su decadencia, de su tristes notas, de su vivaz arrogancia.

Después "The lotts" coquetea con el post punk con otra buena dosis de espasmos corrosivos, de oscuridades siempre radiantes y perennes. Fontaines D.C., tocan muchos palos, y siempre aciertan en sus pasos. "Chequeless reckless" es otro de los brillantes aciertos de un trabajo que se pasa en un suspiro, que es un huracán de juventud indómita, de ordalías de guitarras y concreción brutal.

Otro single punk, "Liberty Belle", otra canción para poner patas arriba Dublín, mientras Fontaines D.C. nos recorren con sus fábulas de geometría imposible de domar. "Dogrel" pasa en un santiamén, es un bálsamo que cura y cristaliza cuando te topas con urgencias del tipo de "Boys in the better land". Y terminan pareciéndose a The Pogues con "Dublin city sky", balada de resaca de amor y extrema soledad, perfecto punto final a uno de los discos que seguro que correrá como la polvora. No hay que perdérselo.

domingo, 5 de mayo de 2019

CARLA BOZULICH. "Evangelista" (2006)


Grabado en el sello canadiense Constellation, (el label madre de Goodbye You Black Emperor), "Evangelista", fue el segundo disco de la cantante norteamericana, un trabajo, que desde que suena la amenazante "Evangelista I", navega en mares procelosos de odio y ruido, de catarsis y de folk apocalíptico.

A mitad de camino entre Swans y Tom Waits, el álbum es un oratorio confesional de catarsis oscura ("Steal away"), donde de repente te das de bruces con espasmos de esos que te dejan descolocado, alambre en la voz y nubarrones que amenazan y te dan por saco, como en la espeluznante "How to survive being hit by lightning".

El piano es el especial protagonista de la melancólica "Inside sleeps", y "Baby, that's  the creeps" se mueve en arenas movedizas de decadencia y truculentas atmósferas para rendir pleitesía a la oscuridad total.

El cancionero también se para en el semáforo donde Scott Walter y Low tienen sus colores que nos guían por sendas de esas donde la luz esta prohibida, donde es fácil perderse entre ladridos de demonios y urgencias de caos. La versión que ejecuta de "Pissing" de Low, casi supera a la original y "Nel's box" es otro de los temas donde más se acerca a la pura decadencia.

Termina "Evangelista" con "Evangelista II", otra proclama furibunda de nostalgias y astros oscuros, de medianoches vencidas y lobos que esperan su momento para apoderarse del viento. Carla Bozulich, un valor seguro de negritud.


jueves, 2 de mayo de 2019

MICHEL CLOUP DUO. "Danser danser danser sur les ruines" (2019)



Espero la llegada de un nuevo disco de Michel Cloup como un feliz acontecimiento. Lo he seguido desde sus tiempos de Diabologum, más tarde Experience, y luego en su provechosa carrera en solitario.

Hacía 4 años que Michel Cloup nos tenía en tono standby, cuando sacó el magnífico "Ici et là-bas", y la verdad es que la espera ha merecido la pena. Acompañado por Julien Rufié, cuando empieza a sonar "Gagnants" te das cuentas que cada disco nuevo de Michel Cloup suena como el anterior pero siempre con matices para hacerlo distinto.  Podemos aprender sus canciones y ponerlas en cada disco de memoria.

La forma de cantar de Michel, es la de siempre, recitando malestares, componiendo mantras de sonidos raros, en su universo peculiar, pequeños himnos para devorar la realidad que trata de hacernos ovejas en un rebaño de seres siempre uniformes. Suena "Amnésiques heureux" y no te queda más que levantar el puño y gritar basta.

"Les invisibles", single en toda regla, es una prolongación de distorsiones, con el altavoz de Michel anunciando apocalipsis cotidianos, especulación de ruidos que van y vienen, los dos colegas se les nota que disfrutan de su agitación continua. "Le futur dans tes yeux", con sus soniquetes tecnológicos da paso a "En ne pensant à rien", otro de los trazos álgidos de un disco que hay que escuchar varias veces para que sepa a catarsis.

Después "Le jour d'après, celui qui suit" continua por la senda de canciones rugosas con efecto rápido adictivos. Como la minimal "Et bien au-delà", otro pedazo de conmoción juguetona con asperezas, con melodía, con pegada que te mueve y te reclama.

Acaba el disco con "Les vrais héros ne meurent jamais", y la mejor del lote, "Nous perdre dans nos rire", momentos que siempre encontramos en los discos de Michel, que nos ponen la piel de gallina, ternura dura, palabras que vuelan por espasmos, sinceridad y duda.

"Danser danser danser sur les ruines", otro cd para la mochila,para ampliar el campo de batalla de tracks para llevarte al corazón. Lo ha vuelto hacer. Pura poesía, potente electricidad repleta de solvencia y efectividad.