lunes, 30 de marzo de 2020

MOTORHEAD. "Inferno" (2004)


Una de las cosas que más nos queda sin palabras en este periodo de confinamiento es la desaparición en las calles de los niños, de sus voces, de su presencia, de sus risas, de los bebés, de los adolescentes que vuelven del instituto. Mi hijo lleva ya más de 15 días sin salir a la calle y no lo lleva mal. Todo es implementar rutinas para que cada día pase antes y que los fines de semanas, sean fines de semana. Imagino que cuando acabe todo esto surgirán historias de la ocupaciones varias en los pisos grandes y pequeños, de como ha afectado psicológicamente a los más pequeños esta hibernación que dura y dura. Un mundo sin sonidos de niños es un mundo falto de lo que más falta nos hace ahora: futuro donde agarrarnos para no despeñarnos hacia el abismo.

Hoy he traído por aquí a unos grandes. Motorhead, con el gran Lemmy, en el que fue su trabajo número 16 de su carrera. Tras dos de sus peores discos de su carrera, los insulsos "We are Motorhead" (2000) y "Hammered" (2002), este "Inferno" desde que empieza la speed metal "Terminal show" es una recuperación de ese sonido a piñón fijo que nos alegra bastante aquellos que no tenemos nada que ver con el mundo metalero.

"Killers" es un hit soberbio y macarra, y la roquera "In the name of tragedy", son sólo dos de los disparos certeros de un disco donde el desaparecido bajista se llevaba a sus espaldas todo ese sonido bestial que ha caracterizado su carrera ("Suicide").

Hasta los guiños con el rock and rolk más clásico como "Life's a bitch" funcionan de principio a fin como "In the black" donde el batera, Mikkey Dee, saca a relucir todo su repertorio de agitador de baquetas. La más rápida del álbum "Flight" un torbellino de distorsión trash que da paso al hard de "In the year of the wolf". En "Keys to the kingdom", aparece algo parecido a una melodía, para terminar con el blues de "Whorehouse blues".

Siempre en buen momento de escuchar a los Motorhead. Su sencillez aplastante y sus repetición de los esquemas musicales desde sus inicios, viene bien en estos tiempos de poses esterilizadas. No se como habría vivido Lemmy la pandemia que nos asola. Seguro que con su bourbon y sus maquetas, con cien candados en su puerta, esperando el fin del mundo.....


viernes, 27 de marzo de 2020

BODYCHOCKE. "Cold river songs" (1998)


Parece ser que tenemos menos contaminación. Que han encontrado peces en Venecia. Que los seres vivos que campan por la naturaleza ya no se tienen que asustar por el sonido de disparos de postas. Parece ser que este virus asesino que nos está diezmando ha venido bien a la Naturaleza. Quizás todo venga de una respuesta de Gaia ante las agresiones constantes del ser humano al medio ambiente. Deforestaciones, cacerías, el Amazonas como futuro lugar para construir un infecto polígono industrial.... Quizás cuando todo acabe, seguiremos enmierdando todo. O quizás, sólo quizás, nos demos cuenta que para que respiremos con salud, debemos de cambiar nuestros corrosivos hábitos.

Hoy estamos de enhorabuena con la recuperación de esta pedazo de banda que en los inicios de los 90 vino acompañar propuestas tan necesarias como la de los imprescindibles Swans. Y es que Bodychoke, en este su mejor disco de los 4 que sacaron, es el que más te hace sentir esa incomodidad peligrosa, pero necesaria que les caracterizaba.

Te pones los diez minutos de la canción que titula el disco, y sufres cielos, condenado por una ordalía de noise rock, post rock, rock industrial y gotas de goticismo. Un himno en toda regla que viene después de ese pedazo de divagación extrema que es "Control". Pedazo de sonido. No me extraña que Relapse Records, hogar de Neurosis o Today is the Day, reeditaran el cd, actualizando su brutalidad en el año 2009, con la banda ya desaparecida.

En bucle que ando toda la semana con "Cold river songs". Y es que engancha de principio a fin. Su pesadez instrumental, su minimalismo del apocalipsis, sus cadenas envolventes que te martillean el cerebro ("Your submission"). Y es que hasta el uso del chelo suena amenazante ("Victim"), visceral, gangrena y caos, pesadilla y apocalipsis.

"Ideal home" es una plegaria, una catarsis decadente que mira en el mismo espejo donde se refleja Michael Gira. Bestial. Lenta, single para poner mientras nos asomamos por la terraza y comprobar que todos los días de la semana son domingos fríos y duros de invierno. Pedazo de banda. Sí, lo tenían todo para haber tenido más suerte, pero ya todo da igual. Su sonido nos sigue cruzando los sentidos, su efectiva mezcla de intensidad y templanza nos conmociona y nos convence.

Luego vienen los casi doce minutos de la casi oriental "Aftermath", para en "White light killer", volver por los fueros el predicador Kevin Tomkins, con la canción más dura de todo el lote. "Woman unkind" es otro torrente de lluvia ácida y el final con "Trial", con las cuerdas cabalgando mientras las guitarras crujen estampida, dando la justa medida de un pedazo de grupo que hay que recuperar ya.

Bodychoque, terapia para afectados de realidades condenadas a repetirse, sinfonía del caos desde atalayas donde se vislumbra la mierda que tanto nos acucia. Aquí abajo os dejo el disco entero. Puro disfrute.




jueves, 26 de marzo de 2020

BISON BISOU. "Pain & pleasure" (2019)


El otro día pregunté a mi vecino si tenia mascaras. A la mañana siguiente en el pomo de la puerta, encontré unas cuantas para salir del paso. Tenemos otra vecina mayor que está sóla, sus hijos están lejos y cuando vamos a comprar siempre la llevamos algo. Si algo estamos sacando en positivo de este holocausto es la solidaridad entre la gente. Nos estamos abriendo, el miedo no nos ha quitado las ganas de ayudar. Ya sé que esto es un espejismo, que cuando acabe todo, los que se vanaglorian de su racismo y de su falta de humanidad, volverán a propagar ese virus que no hay vacuna que pueda con él, el del Odio hacia el diferente. Pero de momento, entre los aplausos a las 8 y la predisposición del pueblo a colaborar, estamos dejando notas para  a posteriori comentar cuando se aplaque la guerra.

Hoy traigo por aquí a Bison Bisou, un grupo galo de post hardcore, de mathrock con ínfulas de estridencias necesarias, que desde que empieza a sonar la batidora que es "New grounds", y la seminal "Path in the whirl", con sus zarpazos que recuerdas a Mcclusky, saben repartir y desgranar un ideario repleto de rabia y adrenalina concentrada.

Hasta en los momentos donde parecen querer hacer un hit, como ese torrente de electricidad que es "Dad tomb", usan los constantes cambios de ritmos para que tengamos difícil encasillarlos en un lugar común. Rabia les sobra, energía a raudales, que en "Nostalgic pleasure" se convierte en el arma más eficaz donde el quinteto redobla sus esfuerzos para corrompernos en un frenesí que siempre pide más.

Saben dar fuerte, usar la melodía en su justa medida, haciendo un catálogo de radiación total como ese torrente que se llama "Bye bye cold riot". Belleza enjaulada en aullidos. La más bestia, "Moist ends" que da voz a "Parking lot" donde la sombra de Jesus Lizard se desliza con vehemencia y detonación.

"Pain & Pleasure" es un monumento de sugerencias sónicas, de ruidos que consiguen una maquinaria de esa que funciona a pleno rendimiento ("Parallel power", y "New friendship" son buena muestra de ello).  Para terminar, otro volcán de digestión noble, "Peaches forever".

Bison Bisou, un buen rato de mala leche, de un grupo que puede servirnos para desfogarnos en este tiempo de celibato del aire de la calle.



martes, 24 de marzo de 2020

CHOKEBORE. "A taste for bitters" (1996)


Se nos ha ido Tía Carmen. El invisible virus asesino que transita entre nosotros, el que tiene nombre de corona (siempre la puta realeza dando guerra), se la llevó en pocos días. Con su marcha también se ha ido parte de mi ayer, de ese mapa donde la infancia dibujaba los mejores trazos de una pintura irrepetible, inigualable.

Vacaciones de verano en su casa. Todos los años de 2 a tres meses, creciendo a ramalazos de bosques y pajarillos, de excursiones en bicicletas, de balones que siempre entraban en la canasta, aunque fuera por abajo. Ella se fue, como se marchó mi tío dejando la casa en silencio, el jardin vencido por las malas hierbas, con el fantasma del chopo apareciendo en sueños, mostrando sus ramas que como sombreros nos protegía de los calores estivales.

Adiós Tía Carmen, adiós desde el confinamiento, desde el miedo por no saber que pasará conmigo, con mis queridos y necesarios amigos, con los indispensables miembros de la familia que durante muchos años formamos parte de un calendario que siempre nos traía alegría, gamusinos enjaulados en noches nunca demasiado oscuras para nosotros,  pertenecientes a la estirpe de la inocencia perpetua.

Se van difuminando los actores de una época que parece que quiere nublarse de nuestra vida. La vida te da puñaladas viles que te conmocionan y te asolan, ahora más que nunca; en este apocalipsis que nos ha tocado vivir sólo nos falta la aparición de zombies en la calle para que algún director en el futuro pueda llevar a cabo este proyecto tenebroso.

Adiós Tía Carmen. Es todo tan triste que mi querida madre, con la que compartías desde el confín de los tiempos llamadas diarias, y vivencias en común, ha tenido que velarte en silencio encerrada en la clausura de su casa. Ni siquiera hemos podido aliviarla con un beso. Ahora los besos son como la bomba de Hiroshima. Hoy la he visto, con los ojos llorosos, a tres metros de distancia, por si las moscas, por si ese maldito virus que dice que tienen que estar a 2 metros de distancia para no llegar a su hogar receptor, se le ocurre alguna perversa ocurrencia de jugar a un diabólico atletismo.

Me  está costando horrores recuperarme de este hachazo. No tengo ganas de escribir, ni de escuchar música, ni de leer, ni de ver cine, aficiones que en el enclaustramiento son la boya que abrazo para no pensar demasiado.

Por cierto, Chokebore es un grupazo. De los que no tuvieran demasiada suerte en los 90 por la cantidad de bandas que coexistían en un mismo periodo de tiempo. Slowcore, noise rock melódico, una maravilla. Este fue su mejor disco. Y hasta aquí llega la crítica de su lp. No es el quizás el momento de explayarme más, ahora no toca.

Adiós Tía Carmen. Adiós a los bocatas de chorizo que volaban hasta la autopista, adiós a tus paseos para comprobar que hacíamos la siesta, adiós al mercadillo, adiós a las noches que mientras dormíamos te pasabas charlando con mi madre pensando en la comida del día siguiente o en los chismes que toda familia atesora en su existencia. La pesadilla continua, sin saber cuando desaparecerá.....




jueves, 19 de marzo de 2020

BO NINGEN. "III" (2014)


Soy una persona profundamente ritualista. Diría yo hasta rallar en lo excesivo. Pero me gusta. Todos los meses me compro dos discos y dos libros, escucho tres discos a la semana,  tengo mis camisetas guapas para ponerme entre semana y otras para el finde, tengo los libros y los discos ordenados de forma alfabetica.... Por eso esto del encierro no me ha dejado fuera de juego.

He introducido a mis rutinas necesarias otras. Me levanto, desayuno, una hora de ejercicio con mi hijo, una ducha, ocuparme de los quehaceres de la casa. Luego comer los tres, un descanso con una buena peli, jugar con el peque, cenar, leer un buen libro (ahora estoy con Sánchez Ferlosio y su imprescindible "Campo de retamas") y luego otra buena sesión de cine. Es cuestión de mantener la cabeza ocupada ante la hecatombe que estamos viviendo.

Para hoy tenemos un buen festín,  la banda Bo Ningen, japoneses afincados en Londres, y este "III" una auténtica barrabasada de noise, de rock , de guitarras que estomagan, de tensión que crece y crece y te hace moverte sin parar (pedazo de inicio con "Dadada"). Taigen Kawabe y sus colegas saben mejor que nadie coger retales de garaje, de shoegazing, de metal avanzado, mover la coctelera y provocarnos espasmos y rabia de esa que te hace gozar. "Psychedelic Misemono Goya" tira de una extraña psicodelia  repleta de sensaciones de melancolía y suavidad mentirosa. Porque lo suyo es volvernos locos con sus viajes sin retorno hacia universos de caos y devastación.

Tengo un buen amigo que los ha visto en las islas unas cuantas veces y me cuanta maravillas del traslado al directo de todo ese engranaje musical que encuentras en sus discos. "Slider" es otro de los puntos fuertes de "III" (de los muchos que hay), donde suenan feroces en unas constante especulación de tensión y ritmo. Vaya gozada. En "Inu" hasta se divierten con un extraño funk mutante y en "CC", cuentan con la colaboración de Jehnny Beth, de Savages, en el track más orate del lote.

Mi preferida es ese remanso de paz post rock que se llama "Mukaeni Ikenai", donde hasta podían pasar por Envy, cuando éstos se ponen calmosos. Simplemente maravillosa. 8 minutos que no deberían terminar jamás. Pero la paz dura poco. "Maki-modoshi" es una batidora de sonidos para levitar y en "Mitsume" nos encontramos a una banda en un estado de madurez bestial, moderando algo el sonido ( sus anteriores trabajos eran un maremoto febril), para repartir estopa sin concesiones ("Ogosokana Ao"). Lo dicho un puntazo.

Seguimos pues en este cuarentena que parece va para largo. Deprimiéndonos por la constante lista de fallecidos e infectados. Refugiados en nuestra hogar donde ponemos el dique para que el virus asesino no atraviese nuestras paredes. Que siga sonando la música, que no pare jamás.....


martes, 17 de marzo de 2020

WIRE. "Mind hive" (2020)


Tercer artículo que publico desde el enclaustramiento. Esto va para largo. Desde el domingo que fui a comprar el pan no he salido, y poco a poco (no queda otra), nos vamos acostumbrando a una rutina diaria; intentar cansarnos para que el día no se alargue demasiado. Ahora hay tiempo y necesidad de no malgastarlo cuando fuera caen y caen personas que acaban siendo números, anónimas cifras bajo la que se esconde una vida, una familia, un adiós.

Así que vamos al grano con el último de esta banda que lleva ya 40 años en el tajo, afilando su art punk, de la mano de ese necesario músico llamado Colin Newman. Porque la verdad es que cada trabajo que sacan en mejor que el anterior. Y eso que "Silver/Lead" (2017), era un pepinazo, pero este "Mind hive", con ese inicio con "Be like them", amenazante, creando un desasosiego que te llena la cabeza de guitarras como cuchillos, es un huracán que no deja edificio en firme.

"Cactused" es una amalgama de sonidos que recuperan su esencia banda que siempre ha sabido no encallarse; melodia casi pop, post punk de ese que te hace pensar por su delicadeza y su urgencia. Maravilloso. Como esa inclusión de elementos electrónicos en "Primed and Ready" y esa capacidad que tienen para hacer hits instantáenos ("Off the beach").

"Unrepentant" y su tranquilidad malsana es de lo mejor que han hecho en su carrera, como la rutilante "Shadows" que es evocadora, caligrafía donde pararse para leer la historia del post punk que tanto ha hecho para los cambios originados en la música que amamos.

"Oklahoma" es la que más recuerda a los Wire punks de finales de los 70. Punks siempre inclinados a innovar, a forjar estructuras nuevas para huir de lo manido. Feroces e impactantes. Para terminar la catarsis "Hung" y "Humming", las más arriesgadas y fenomenales de "Mind hive", donde reactivan el motor donde la tecnología se cruza con el nihilismo.

Seguimos pues en el retiro forzado, oyendo notas que puedan desplazar de la cabeza el drama que flota a nuestro alrededor. Wire nos ayuda a olvidar durante un rato. Lo suyo no es impostado. Esta maquina está en pleno funcionamiento.



domingo, 15 de marzo de 2020

COWBOY JUNKIES. "The Trinity session" (1988)


Seguimos el confinamiento, seguimos escuchando los pájaros por la mañana, seguimos enfrentados a este reto que consiste en que se acaba cuanto antes esta pesadilla dantesca. Hoy viene a esta mesa con mantel de notas de tranquilidad, el que fue el segundo disco de Cowboy Junkies, este "The trinity sessions", un mar de calma que empieza sólo con la voz de su cantante Marga Timmins, en la sobrecogedora "Minning for the fold".

Grabado en la Iglesia Santísima de la Trinidad de Toronto, con un sólo micrófono, la delicadeza que despiden tonadas como "Blue moon revisited (songs for Elvis)"  se recrea en una tristeza de esa que transita entre oscuros callejones sin sentido.

Marga se hace acompañar de sus hermanos Michael a la guitarra, y Peter a la batería, y hasta se atreven con el blues en "I don't get it". Cowboy Junkies, a los que nunca se les quitará la etiqueta de country alternativo, van mucho más allá de ese estilo aunque en ocasiones como en la versión que se marcan de Hank Williams, "I'm so lonesome i could cry", se acerquen a sonidos más clásicos.

"To love is to bury" es otra gema de esas que te pellizca el corazón, que se nota magullado cuando empieza a sonar ese calambre que se llama "200 mores miles". Casi al final del disco, otras dos versiones, "Walking after midnight" y sobre todo "Sweet Jane", desangelada, fría, catarsis de hielo para envolvernos en pereza y silencio.

Hace unos minutos tuve que parar de escribir. Eran los 8 y había que aplaudir a esos valientes  sanitarios que están dándolo todo para detener la epidemia. Desde ahora y hasta que venzamos al virus, todos mis artículos hablarán de todo esto que estamos pasando, del retiro forzado, del miedo al contagio, del parón repentino de nuestras cotidianas vidas.

Buena banda sonora para estar en casita encerrado y con lluvia, este mágico disco, que te hace soñar que acabe pronto la pesadilla.....


jueves, 12 de marzo de 2020

LOS ENEMIGOS. "Bestieza" (2020)


Ahora que andamos todos con el miedo en el cuerpo, cuando se ha instalado entre todos nosotros el temor, cuando un beso puede ser un puñal traicionero, cuando al pasear por la calle te preguntas si aquel que pasa cerca de ti tendrá el maldito virus, ahora, más que nunca es cuando tenemos que refugiarnos en la música, en los libros, en el cine, en las palabras que intentan calmar la locura que andamos viviendo.

El virus asesino está con nosotros, justo coincidiendo con la aparición de uno de los mejores discos de Los Enemigos. Ya nos pusieron sobre la pista hace uno mes cuando con "Siete mil canciones" nos inflamamos con una garra y distorsión que nos hacia recordar a Bob Mould.

Así que el disco es una gozada que viene para que lo pongamos como paraguas sobre toda esa psicosis que sufrimos. "Vendaval" es puro power pop con vitaminas y colores para espantar los malos rollos y la genial "La ofensa", es un certero disparo enemigo con esos versos tirados sobre el tapete para que juege quien juege, todos ganen.

La guitarrra de David Krahe ha sustituido a Manuel Benitez, y sus espantos sónicos son una buena manera de apoyar a Josele y Fino en este portento que se llama "Bestieza". "Menos que un perro" es rock por toda la cara de barrio y "La costumbre", uno de los puntos fuertes del "Bestieza" , rebaja la fiereza pero no hace decaer la continua fiesta.

Porque "Mar de sendas" es otro torrente de electricidad para ponerte las pilas, para en "Océano", la indie del lote, escuchar a Fino cantándonos las cuarenta con brío. El final, con "Rey pescador", sirve como epílogo de un trabajo hecho con mimo y calorías de hechuras.

Hoy, 12 de marzo, más de 50 muertos por el dichoso virus criminal, suena desde la pared la lengua del trovador Josele para calmar el ambiente. Cuando todo parece negro y fatal, sólo nos queda recurrir al fortín de nuestros necesitadas aficiones. La bella Euterpe, la musa griega de la música, seguro que no nos dejará solos....


martes, 10 de marzo de 2020

BIZNAGA. "Centro dramático nacional" (2014)



A la espera de hincar el diente a "Gran Pantalla", el nuevo disco de estos madrileños aficionados a construir himnos de post punk imperecederos, es buena ocasión para detenerse en el que fue su primer trabajo, "Centro dramático nacional", donde ya se vislumbró desde que empieza a sonar "Divino fracaso", la personalidad de una banda que va a dar mucho que hablar.

Letras y música que escarban en el desasosiego, en el drama interior, y que cuando suena "Fiebre" no tienes más remedio que pensar en la mueca de gratitud que saldría de Eduardo Benavente si estuviera aun con nosotros, si escuchara esta canción. Porque lo que es evidente que el espíritu punk de los 80 está presente en tonadas tan edificantes como "Mala sangre" o esa recia y guitarrera "Máquinas blandas" donde enseñan sus garras dialécticas y musicales.

Mi favorita viene a continuación "Las brigadas enfandadas", himno que tiene algo de Kortatu, con su ritmo de tribulación perfecta, con su melodía sofocante. Bestial. Melodía que en "Cul de sac", convierte en un furibundo ataque de ira espasmódica,  como unos Buzzcocks reconvertidos en fieles seguidores de la agitación interior.

El disco no llega a la media hora, pero el disfrute es máximo. "Maldita mi estampa" es un vomito de cieno reconvertido en ferocidad y hasta nos regalan sorpresas del tipo de "Los duelistas", la que cierra el album, cantada por Juana Chicharro, repleta de chulería castiza en medio de un buen tronío de guitarras.

Después sacaron "Sentido del espectáculo" en 2017, mejor disco nacional de aquel año, donde dieron un paso más allá dentro de una progresión siempre al alza, pero la cosa empezó con este "Centro dramático nacional", un buen inicio para el pelotazo que vino después. Ansioso estoy de coger por banda "Gran pantalla".....



domingo, 8 de marzo de 2020

BILL NELSON'S RED NOISE. "Sound on sound" (1979)


Bill Nelson. alias de William Nelson, tuvo su momento de gloria a mediados de los 70, cuando formó su banda de glam rock y música progresiva llamada Be-Bop Deluxe. Después, trabajó con artistas de la talla de John Foxx, Skids o Jan Wobble. Pero cuando realmente fue reconocido, fue con este proyecto de new wave, que llamó Bill Nelson's Red Noise.

Y es que esto de escarbar en los estantes del pasado, te trae enormes tesoros como el que vamos a tratar en este artículo. El paso de la música progresiva a la new wave, se gesto cuando Nelson realizó trallazos de la talla de "For young moderns" o "Stop/go/stop".

"Furniture music", con sus teclados cautivadores, da paso a "Radar in my heart" un hit en toda regla. Vientos, melodía, ruidillos de esos que se meten en los silbidos. Todo un punto. Como "Stay young", y esa vorágine de new wave por vena que te hace sonreír.

Otro puntazo es "Out of touch", donde Nelson disfruta de lo lindo con un intricado mejunje de lo mejor de la época. Pedazo de canción. "A better home in the phantom zone" es la más oscura, la ,más laborada de todo ese lote nueva olero, para en "Substitute flesh" continuar con la fiesta de los colores que no se apagan, de ritmos analógicos que no deberían parar jamás.

"The Atom age" es un engendro de funk futurista y "Revolt into style", la más punk de todo el lote, es una jugada perfecta para que la puedas radiar cuando tengas malos días, seguro que los arreglará. Después de este "Sound on sound" no hubo nada reseñable, Nelson continuo una carrera como solista que no deparó nada para la historia.  Pero nos queda este "Sound on sound", un festín para recordar añejos años, un festival de esos que te hará enmudecer. 


viernes, 6 de marzo de 2020

ULTRAMARINE. "Signals into space" (2019)


Pedazo de disco que se han marcado Ian Cooper y Paul Hammond, los jefes de este vital proyecto que se llama Ultramarine, y que desde últimos de los 80, siguen con ese crisol de ambient y música electrónica para soñar ("Elsewhere").

El label que los acogió en su día, Les Disques du Crépuscule, es el mismo que les sirve de hogar para un disco de esos que te penetra y te llena de emoción. Cuentan con la colaboración de Anna Domino, (en cuatro temas) que pone su granito de arena en esta expansión hacia mundos siderales de ensueño, como ese chute que se llama "Spark from flint to clay".

Tres años tardaron en pergeñar este disco, (su última aparición discográfica fue "This time last year" en 2013), y su escucha es una bendita especulación de calma, sosiego e intensidad. El saxofonista Iain Ballamy tambien aparece en un trabajo de larga duración tanto en tiempo como en tu retina auditiva, que percibe con sosiego cada tema como una corriente de calma que no cesa ("Breathing").

Todo "Signals into space" rebosa calidez, flujos de suave jazz de ese que te hace adormilar con cariño, como este portento llamado "Arithmetic". Qué lejanos los tiempos cuando sacaron ese poderoso artefacto que fue "Every man and woman is a star", (1990), y que cercanía sonora a aquel disco encontramos en cada surco de este hechizante cd que tienen puentes al post rock ("If not now when?") sin apenar despeinarse, mientras Anna Domino se acicala la voz en medio de un festín de elegancia sonora como vemos en "$10 heel".

El ambiet recorre cada segundo de "Du sud", llenando el aire de burbujas etéreas hacia confines de paz y silencio. Cristalinos y eficaces forjadores de lunas de reflexión sonora, Ultramarine consiguen que su música sea un bastión de delicadeza y ternura.

El saxo de Ballamy te produce un especie de encantamiento soportado por su cadencia efectiva que perfora lamentos, por su lírica que musita estetores entre un bálsamo de leves productos electrónicos. Maravillosa. Como "Cross reference" y su tecno de rubores inmediatos, para terminar con el tema que da titulo al lp, donde de nuevo Anna Domino nos ofrece su delicadeza espectral.

Un regreso el de Ultramarine, bienvenido por todo lo alto, delicioso, reflexivo, espectacular de principio a fin, de un duo que se toma la electrónica como un aperitivo de hemorragia compulsiva. Bienvenidos todos pues a este mar de secretos indonsables, a una paseo por soles transparentes. Todo un gozo.


martes, 3 de marzo de 2020

BETUNIZER. "Boogalizer" (2012)


Los valencianos Betunizer fueron una de las apuestas más refrescantes que se ha dado por aquí en lo referente al punk sin complejos con retoques de hardcore y noise, con letras que hechan chispas, con un sonido de esos que quitan el hipo por su contundencia y su desgarro.

"Boogalizer" fue su segundo disco, que se abre con ese boomerang sónico que se llama "Cédric Ceballos", donde el trio deja claro que lo suyo es la locura y los espasmos ("El rejoneador del frac") o la mejor del lote, ese antihit que se llama "Imagina que matas a Jota", donde cualquier puede imaginar lo que le plazca, en un torrente de esquizofrenia minimal, serruchos guitarras, poderío que roza el mathtock con pinceladas de funk criminal. Bestial es poco.

Si ya nos quedaron mudos cuando editaron "Quién nace para morir ahogado nunca morirá ahogado", en este "Boogalizer", de la mano de Santi García componen un auténtico estruendo sonoro que no te deja ni respirar ("Carne y diablo").

Irónicos y divertidos, no se cortan en ofrecernos títulos como "Espuela de calor", o desquiciarnos con un lava sónico de sin compasión, con una tensión que crece a cada momento, robustos y detonadores de bombas de afición inmediata ("Aguilucho es el hijo del águila").

Y es que no te dan ni un minuto de respiro. "Boogalizer" es un cúmulo de estertores de rock libre, donde las letras andan a rebufo de un sonido con ínfulas de marcha marcial que auna el cachondeo, la aberración sónica ("El cocotero"), y proclamas al albur de una especie de no wave actualizada, como ese petardo que se llama "Cani, armanag y per terre".

En la parte final del cd, nos encontramos a "Silver ages" y "Rave en el chateau", nuevas formas de seguir en ese constante frenesí que no se agota, beleño en forma de un rugido que te ensordece. Lástima que con la publicación de "Enciende tu lomo" (2015), acabase la carrera de un grupo que nos azoto las neuronas a base de bien. Nos quedan sus canciones motines para enervar al alma.


domingo, 1 de marzo de 2020

BRIGITTE FONTAINE. "Terre neuve" (2020)


81 años que tiene la gran Brigitte Fontaine cuando salió no hace mucho este disco al mercado. La femme fatale de la chanson, la irreverente artista, cantante y escritora, verso suelto de un arte que nace de su necesario poder contestatario e irreductibles formas contra lo establecido que coarta ala e impide el libre funcionamiento del ser humano, nos ha hecho el mejor regalo posible a los que desde años la adoramos.

Acompañada por el guitarra de Alain Bashung, Yan Péchin y en las programaciones Jean Lamoot, desde que empiezan los primeros compases de "Le tout pour le tout", con su suavidad peligrosa, y su verbo diabólique, no puedes más que pedir que venga la siguiente canción para empaparte de su contigencia artística.

La saturación guitarrera de "Les beaux animaux", contangiando de sabor venenoso cada palabra que desde la más profundo de la agitación interior expande su necesario veneno para crear inquietud para que no perdamos ni un ápice de atención.

En una reciente entrevista esta dama eternamente joven hablaba de sus preferencias musicales y citaba a The Clash, Sex Pistols o The Who. Y es que ella en sus diferentes formas, siempre ha sido una punk. Sus trabajo están repletos de incomodidad, de salidas tangenciales necesarias para que sea difícil ubicarla en la comodidad. Y "Terre Neuve", el trabajo número 19 de su carrera, de los mejor que ha hecho, esta repleto de lugares donde perderse y gozar.

"J'irais pas" es un ostión contundente y punk al facebook, a las obligaciones sociales y a toda la mierda que nos contamina y "Chrysler", uno de los muchos himnos de "Terre neuve", te arrastra con su melodía, sus campanas y sus distorsión a subir el volumen hasta hacer romper cielos.

La poesía inunda "Haute sécurité" con su tranquilidad indecisa, rumor decadente, frases que como puñales vuelan para confeccionar una mapa de sentimiento, de energía, y sobre todo de rebelión. Porque rebelión es el concepto que desde siempre ha enarbolado Brigitte Fontaine.

El caos se instala con la anárquica "Ragilia" y ha reseñar también todos los interludios de pocos segundos de los que esta repleto "Terre Neuve", que sirve Fontaine como instrumento para enlazar temáticas y canciones, como los 45 segundos donde "God go to hell", y el ateísmo militante de Fontaine sale a relucir y da paso a ese blues destartalado que se llama "Blues kenavo".

Mi favorita, "Vendetta", contra el poder masculino, con cosas tan dulces como "Vive la lutte armé", otras elegía que te desarma, que te conmueve, que te hace enmudecer por el poderío sonoro que tiene. Simplemente sobrecogedora.

"Hermaphrodite" da un mal rollo de la ostia y "Parlons de une autre chose" al final, acaba como la mejor manera de escenificar un disco de esos que estoy seguro hará historia. Por lo que conlleva su mensaje, por la importancia de Fontaine, por lo que significa. La belle, la vie, la rébellion, l'art..... Fontaine, la reine du chaos.