Suenan los primeros minutos de la canción que enciende el disco, "All you are going to want to do is get back there", y parece que estoy sumergido en una sala llena de humo, años 20, club de jazz donde los espias se lanzan besos entre tragos de whisky añejo.
No, no es un espejismo. "Moments of sufficient lucidity" viene a repetir las mismas coordenadas, desde unas base de electrónica aletargada, clitch que barruntan negras conmociones, mientras todo parece repetirse en una noria programada de viajes de ida y vuelta.
Después de 14 años en pleno rendimiento, la banda-colectivo que sale de la alucinada cabeza de Leyland Kirby, sabe fotografiar con su minimalismo las bases de las arterias, los toboganes de unos recuerdos de un tiempo muy lejano.
Es como imaginar el Paris de la ocupación, calles en silencio, la noche que todo lo ciega, y los camisas pardas vigilando esquinas, pasando de largo ese oscuro callejón con forma de eterno silencio, donde tras un cristal turbio y mohoso, alguien juega a las cartas con el amor y la resistencia. "Libet's delay" y bailamos mientras la orquesta ha dejado todos los trajes en la tintorería del ayer.
Mi primera inmersión en el mundo de The Caretaker no puede ser más gratificante. La que titula el cd, con su inicio de vinilo que no quiere arrancar, lleno del polvo del tiempo, pone las claves en la estructura de unos temas (por llamarlos algo) que juegan siempre al despiste a la evocación de algo aun no vivido.
"A relationship with the sublime" es otro espectral experimento que te enjabona con sedacción, otra postal encontrada tras la batalla bajo los pies de la eterna mugre. Y "Mental caverns wihout Sunshine" es para ponertelo a todo trapo, con el violín como recurso entre el sonido de la aguja del tocadisco que parece cansada de poner siempre la misma sintonía del hastío, del dolor.
The Caretaker, hacen a la electrónica lo que en su día hicieron Codeine con el rock. Amorfinan los esquemas, se replantean los modos de elaborar un mapa sonoro desde parámetros totalmente aislacionistas, pertrechados en la voluntad de ser unos emisarios de una viaje atrás sin vuelta adelante ("Pared back to the minimal").
"Tiny gradiations of loss" y "Camaraderie at arms length" para acabar, repiten lo ya dicho desde el inicio. Añil, buceo en la decadencia y novela negra entre ramas de electrónica ausente. Una delicia que no te debes de perder. Gozar,gozar,gozar....
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