Lo reconozco, Llevo dos escuchas de este disco de la banda de Portland, y no puedo decir más que ahora que Arcade Fire se han convertido en un bluff, ya tienes donde dejar tus tristezas y tus épicas personales. Con tan solo oír las dos primeras canciones del disco, "One more time" y "October", comprobarás que The Helio Sequence tiene todo para que subas el volumen de tu equipo y te emociones a raudales con su pop de corriente sentimental aderezado con guitarras que crispan y duelen.
Escucho el inicio de "Downward spiral" y parece que me voy a encontrar con Radiohead, pero no, las letras y las palabras van y vienen, los susurros se agotan, la magia pervive en cada entonación de Brandon Summer, guitarra y cantante de este portentoso grupo que desde ya me pongo a buscar toda su radiografía musical.
"Hall of mirrors" es otra bocanada de goce eléctrico, un vals que alegra y arremete, una suculenta descarga que te deja sin respiración mientras el sol aprieta tu piel y tu buscas sombras en los 80 para ubicar a estos americanos que saben hacen de la emotividad y la tensión su principal baza para mantenernos en vilo.
Y "Open letter" es un puro enjambre que me recuerda a The National cuando estos te hacía perder la cabeza con su indie rock de raices de corazón. Ahora que estoy solo en casa aprovecho y lo pongo más alto que mi voz, me quedo con los dedos agarrados a las letras mientras me meto un poco en esta tristeza que tengo hoy que no se de donde viene, y que se que mañana será resaca. Cuestión del vivir, supongo.
"When the shadows falls" es hojarasca y penumbra, cadáveres que se levantan mientras la batería se une al festival de alfabetos de pulsiones afectivas. "Silence on silence" con su halo ochentero evoca y clama pasiones derbordadas, galimatías y soflamas que se vencerán con el correr de los días. Que buena sorpresa estos The Helio Sequence.
A los que disfrutamos con el paroxismo, con las inclemencias y el pop afectado, "Negotiations" será un abanico para airear tus males interiores. "December" y vuelta a empezar. Recojo las cosas de la casa, releo algo de ese libro de Philip K. Dick que me está sorbiendo, miro al cielo y digo que si, que ya es hora de salir
Me pondré el sombrero, caminare por el barrio, mientras en los oídos llevaré los aullidos de esta banda que recompone los silencios.
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