Tan solo basta pararse en sus dos primeras canciones, "Somerset house" y "Marseilles sunshine" y nos vemos contaminados con esos aires noctámbulos, con esa crisálida a punto de romper, lírica esforzada, melancolía al cuadrado.
En "Say something now", Stuart, eleva un poco el tono, se pone tenso, riega con su garganta la melodía para en "Friday night", seguir danzando a la luz de la noche con su rúbrica especial, con su cadencia leve y solemne.
El eco, los fantasmas, las ocurrencias de Tindersticks, transitan por todo el disco, merodeando con un especial minimalismo en tracks como "Dark days", y en otras, "People fall down", asistimos a un concierto sin preámbulos donde las caricias acústicas te roban una siesta.
"She don't have to be good to me" es una delicada pieza de orfebrería, cadencia de suspiros, catarsis que viene y va, dotación de rubor para llegar al final con "I've come a long away", rumor que te asalta, que te pierde más. Pongamos los discos de Stuart junto a los de Tinderticks, no hay que confundirse, son lo mismo, garantes de la soledad, solemnes árbitros del silencio....
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