Hay veces que ocurre, de repente, cuando te dispones a dar el pistoletazo de salida a las escuchas semanales, y por azar se levanta la liebre y sale un grupo como este, Cold Pumas. Pasa que no puedo parar de poner el cd desde este sábado, que por las tardes frenético espero el mejor momento para que "A versatile gift" comience a disparar sus andanadas de guitarras, sus locuras rítmicas, matemáticas milimétricas de distorsión y melodía extraviada.
Cold Pumas vienen de Brigthon, y el cantante de la banda es su batería. Hay queda eso, otro dato más para que la belleza axfisiante de la banda te convide a prestarles atención. Voy a por el segundo trago, "Fog cutter", como si estuviese escuchando a Joy Division cortando con un serrucho el silencio mientras el grupo confecciona su propuesta de arte y ensayo.
Su sonido es como un bucle que te engancha, como un filón que no se agota ("Sherry islands" es una operación de algebra guitarrera, es un maremoto de ruido bien trinchado con una base melódica que recuerda a la Velvet más ruda y potente).
Disco como "Persistent malaise" y su continuación en el año 2016, "The hanging valley", (pronto tanbién por aquí), me hacen subirme por las paredes, gozar como antaño cuando rayaba los vinilos a base de lametones de escucha, victimas inocentes de esa necesidad vital que tenía de encontrar un lugar mediante el medicamento de la música. Cold Pumas es una bomba, un cohete, la mejor manera de seguir con la aventura de busqueda de nuevos paradigmas, de nuevos explosiones que nos hagan demolernos para volver a volar entre antojos y aire de soberbia.
Cada uno de los 8 temas que compone "Persistent malaise" son una andanada de fiebre, un colapso que aveces pone una pica en Sonic Youth, ("Variety lights"), con sus programaciones de infección de electricidad, motorizada, espolvoreando rabia y provocando un maremoto que no se detiene, que es un torrente de excitación febril ("The modernist crown").
La música de Cold Pumas es catarsis, es como una jauría de lobos que andan todos el mismo paso, los mismo patrones, empeñados a empuñar con violencia sus instrumentos para confeccionar un puzzle repleto de estrías y potencia.
Dejan para el final lo más florido. "Rayón gris", pizcas de melodías, arcoiris y llamas, guitarras que no se marchitan mientras ellos a lo suyo, jugando contigo al gato y al ratón. De esos temas que te pondrías a todas horas, contenido, como cuando The Wedding Present amenazaban tormenta sirviéndonos una taza de pop de mentira para luego envenenarnos con una borrasca asesina.
Para terminar (¿ya se acaba?), "Vanishing Point" la mejor forma de disolverse haciendo mucho ruido, epílogo genial, minutos donde el alma de grupo descansa en sus inflamaciones reiterativas, en su humo de llamada de combate. Ya tengo grupo a que adorar y seguir hasta el averno, Cold Pumas. No hay que perdérselo.
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