martes, 5 de junio de 2018

LOBISON. "La industria de los sentidos" (2018)


Estamos de enhorabuena. Los sevillanos están de nuevo entre nosotros. Después de dos enormes discos que ya aparecieron por aquí ("Perro amor" (2103)  y "Solo" (2016)), "La industria de los sentidos", el más arriesgado de este trío de indispensables, viene como lluvia ácida fina que nos cubre y nos anega.

Y es que Lobison nunca han sonado más oscuros que ahora. "La Ira" es el comienzo, un interludio donde Juamba d'Estroso sigue con esa vozarrón en algún lugar recóndito entre Patxi Andion y Nick Cave, escupiendo post punk entre otros líquidos abrasadores.

Le acompañan Santi García al bajo y Jaime Neria a la batería. Aquí tenemos de todo;  extraño blues electrificado y extremo en "Ansia brutal", melodías que nos recuerdan la lírica estrangulada de "Solo", como en la impactante "Desde la casi nada", o rubores atenuantes de sudor y desgarro en forma de vaho venenoso ("Placer y miedo").

Cada vez Lobison suenan más australiano. Este lobo ha emigrado y ahora se ha hecho colega de dingos solitarios de gritos y conmoción. Kim Salmon y Cave, los grandes espacios del corazón tomados a la fuerza por mil versos, la sensación de aislamiento en temas como "Ángel apátrida" que no da concesiones a lo fácil, que repta entre alambiques de guitarra hacia alguna parte desconocida.

"Decadentes" es puro blues desnudo y desabrido que da la voz a "De vueltas", otro salmo libre de ataduras, polvo en el camino para que te emociones sin paracaidas. Para terminar, mi favorita, "Hermanos 21.10.70'S", un himno en toda regla decadente y visceral, de esas canciones que Lobison ejecuta para que no se te vaya de la retina de tus oídos durante tiempo.

Lobison sigue en estado de gracia, continuan con su sonido particular; no seguir ningún camino de los grupos de por aquí que todos conocemos. Lobison en plena salud y vitalidad, a lomos de algún rayo salvífico llevando la voz de las arterias a confines de nocturnidad.


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