Beach House abrieron una puerta y bandas como la de los suecos Speedmarket Avenue, se metieron sin pedir permiso a nadie, para hacer del pop algo pluscuamperfecto, una definición arbitraria de sonidos que arriban continentes perdidos, que llegan para que podamos sentir el pop como un boomerang que nos rompe el corazón.
Según ellos son un cruce entre "Charles Manson y Marc Bolan". Cuando escucho la primera del disco, "Sirens", no puedo más que acordarme de ese pop atormentado de Stereolab o unos My Bloody Valentine limpios de feedback pero llenos de bosques donde llamar a los trasgos para pasar una buena tarde de emoción sin fin.
Lisérgicos pero también acariciadores. El sello madrileño Elefant records, tuvo el acierto de sacar este segundo disco de este colectivo que la verdad no te defraudará. Me gusta la trompeta de "Accident" y como la canción va dando tumbos sin mirar a nadie por una senda ya transitada por muchos, pero conservando algo especial, un toque envolvente, las ganas de elevarse hacia un firmamento repleto de dicha y estrellas pasajeras.
"Don't fall in love" es una hit en toda regla, una canción de esas que es como un caramelo envenenado. Podían ir por lo fácil, pero a los suecos le gusta la tangente y reconstuir sonidos. Me acuerdo de Popsicle, menudo ciclón. Speedmarket Anevue van de otro rollo, pero convencen de principio a fin. "Tell me no" empieza con un conato de violencia sónica, raspar y raspar, para hallar motivos para seguir en el agujero donde se duermen las serpientes.
Y "Less than ok", con ese piano brillando desde la suavidad, puro surfismo de palabras que van y vienen, de olas de un pop atemporal que brilla mientras la tormenta nunca llega, porque por pereza se ha puesto a dormitar. "No drama" tiene desgarro y proclamas bélicas de amor, y el final con "Final wall" te deja atónito es un maremoto de sensaciones de otros tiempos, cuando el pop era un arma de doble filo.
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