Qué gusto es sentarte, ponerte agusto, dar el play y que suene "Prends cette main", primera canción de este lote de postales maravillosas que se llamó "Enfants d'hiver". La dama inglesa que fue compañera de Serge Gainsbourg, siempre se la ha considerado una chanteuse, haciendo gala de un perfecto equilibrio vocal, rellenando agujeros con calidez y suavidad.
La actriz y cantante con esa voz tan reconocible, publicó este disco donde es fácil caer embriagado con los sonidos de guitarra española de "Période bleue", artificio para decorar con floresta sentimental melodias que te llegan, que te hablan. Me quedo sin palabras en ese dialogo Jane-piano, "A la grâce de toi", sensual balada de bajón, la arena de la playa bajo los pies jóvenes de la memoria.
Birkin escribió todas las canciones del album, sus letras corretean, se hacen contigo, la levedad de una Dama querubín de estrofas del alma. "Madame" es pura chanson, tiempo de sonrisas, armazón de olas para degustar con una buena copa de champagne.
Pero también Jane sabe roquear a su estilo, y nos regala una casi glam "Oh comment ça va", con guitarras pedaleantes, modernidad agitando esencias. Gran Birkin cuando con "Maison Étoilée" se mete en una burbuja de cariño para explorar mundo imaginaros de abrazos deseados. La chanson en su exprexión más sublime.
También sabe acercarse a los sonidos levemente electrónicos con "14 février", un portento ambiental que se recrea en una amalgama de tonos coloridos, acariciadores, que nos dice a las claras que no hay muros ni cortapisas cuando lo que se quiere es crear desde atalayas sonoras bien distintas.
Y de las más desgarradoras de "Enfants d'hiver", "Pourquoi", conversación con el piano de Birkin, donde te dan ganas de repartir besos a diestro y siniestros por aires acogederos de cariño. Enorme trabajo de junto a Françoise Hardy, la más elevada representante de la chanson gala.
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