Como la mayoría de discos del ex-Magazine, Barry Adamson, el concepto de banda sonora imaginaria parece creado para él, donde abundan en su discografía, como en este "Oedipus schmoedipus" canciones nacidas para poner música a películas que nunca existirán. Y vaya nivelazo el que se gasta Barry.
En "Set the controls for the heart of the pelvis" cuenta con Jarvis Cocker, para dar al tema ese toque de sensualidad y glamour que la ocasión merece. ¿Quién no ha escuchado alguna vez ese himno casi de cine negro que es "Something wiked this way comes"? Se te pone la piel de gallina. Hasta David Lynch la acogió y la hizo sonar en "Lost highway".
"The vibes ain't nothin' but the vibes", es triste y radiante, música para poner después de una de esas resaca que hacen historia, con el vozarrón de Adamson narrando entre la bruma volcánica. En "It's business as usual", Carla Bozulich presta su voz a un barullo caótico, donde la tensión va creciendo a cada instante.
En "Miles" recupera como no al gran Davis es un homenaje de esos de nota alta. "Dirty Barry" es oscura y retadora. Me encanta el jazz suave e hipnótico de "In a moment of clarity", un paseo de calmas entre el baile de un saxo que te deja sin aire. Brutal. En "Achieved in the valley in the dolls" es Billy Mackenzie la que lleva el mando en la más digamos soul electrónica de este lote tan disfrutable.
Que delicadeza tiene "State of contraction", parece una pieza neoclásica repleta de susurros y lamentos, para rematar con su amigo Cave en la romántica "The sweetest embrace". Qué placer escuchar a Adamson y sus peculiares juegos sónicos. A disfrutar toca pues.
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