No creo que exista mejor manera de empezar el año que con la recuperación del que fuera el segundo disco de Girls Against Boys. La banda del vocalista Scott McCloud y sus chicos indomables, firmaron un portentoso disco de principio a fin; salvaje, oscuro, fuerte, con especies venenosas por todas las entrañas de sus canciones (para empezar, los pepinazos "In like flynn" y "Go be delighted" empiezan a marcar el ritmo de la tormenta que se avecina después).
Su sonido, caracterizado por el uso de dos bajos duales acompañado de guitarra, y con la voz gravosa de Scott, marca un antes y después dentro de los grupos afiliados a la revolución del post hardcore. "Rockets are red" suena densa, machacona y chirriante y "Satin down" conlleva una tranquilidad que amenaza, un sopor que asusta, el hecho de la destrucción que se avecina, el mal que acecha.
"Let me come back" tiene un inicio que te recuerda a Motorhead, para en "Learned it" emplear todas sus armas en sintonizar la radio de la alarma, la fogosidad de una brutalidad sónica que apabulla y adormece a la vez.
En su día los vi en directo, y puede atestiguar que lo que suena en los discos de Girls Against Boys se multiplica por 100 cuando sacan a pasear su oscuridad malsana ("Get Down"). "Venus Luxure No 1 Baby", grabado en vivo integramente, es una pesadilla que te retuerce y te alivia, un trago de bourbón acompañado de nubes radiactivas ("Bullet proof cupid").
Dejan para el final dos cortes de esos que te arañan los sentidos: "Billy's one stop" con un pedazo de principio que te colapsa y te engancha y el final con "Bughouse", suavidad cortada con navaja, estertor de donde mana un líquido viscoso de tensión y demencia.
Bienvenidos a 2010. Empieza el bailar. La locura. El carrusel de discos y músicas que invadirán los necesitados días de agitación. Girls Against Boys, el murmullo del peligro que nunca se va....
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