viernes, 21 de julio de 2017

SURFIN BICHOS. "El mundo por los pies 1988-1994" (2017)


25 años ya hace de la aparición de "Hermanos carnales". 25, se dice pronto. Tengo recuerdos de esa época, de la pequeña tienda de discos de mi barrio ya desaparecida donde me compré el vinilo. Vinilo que no paraba de escuchar en casa, encerrado en la habitación, cobijado en mis veinti pocos años, en unos años donde salí del cascarón, donde hice de los amigos, la calle y la música, el eje donde mi carácter volcánico podía desenvolverse con claridad. Los 90. Los años dorados de los que ahora nos acercamos a los 50.

Fernando Alfaro y sus bichos han elegido la fecha perfecta para este regalo. Toda la obra del grupo más un dvd con un concierto de presentación de "Hermanos carnales" junto a un interesante documental donde se cuenta la historia de la banda. Vamos, que ya son un grupo de leyenda. Quién les iba a decir a los de Albacete cuando sacaron su primera maqueta (que por supuesto también anda por aquí) "Primera cebolla sónica", el alcance y la importancia que sus canciones iban a tener.

Surfin Bichos un retazo de historia de la música interesante e independiente de este pais. Con su primer largo "La luz en tus entrañas", ya dieron el pepinazo. "El rey del pegamento", "Un perro feliz",  o "Arañame con cariño", formaron al instante la banda sonora de viajes, grabaciones de campo en cintas que se rompian de tanto uso, tráfico de melodías que nos ponía ciegos de ardor, jóvenes y valientes que eramos, abolladados, como ellos. Alfaro y su toque mágico para hacer grandes canciones en compañia de unos músicos que hicieron algo que por aquel entonces aquí era impensable. Duros, guitarreros, cizañeros, también ángeles benditos con las alas quemadas de tanto arder sueños.

Esta caja-libro-disco es Pandora abierta de par en par, para gozar, para volver atras,para germinar pezuñas de no olvido. Yo me los pongo uno detras de otro. Asi se ve más de cerca su evolución. "Fotógrafo en el cielo", (1991),  Joaquín Pascual, Carlos Cuevas y Jose María Ponce junto con el gurú de las oscuridades profundas, dan de nuevo en la diana; rabiosos en "Oración del desierto", hacedores de himnos, "¿Qué clase de animal eres tu?", entonando bilis de esa para entonar ebrios mientras esparcimos nuestros años por almanaques ya grises y en desuso, "Rifle de repetición". Todo aderezado con extras, epes, canciones para que digamos que sí, que tenemos todo lo de Surfin Bichos.

Luego vendría el álbum que a dado pie a este regalazo, "Hermanos carnales", (1992), un año que tengo por asuntos personales, repleto de pétalos imperecederos. Los chicos aparecen sin ropa en la portada, exhibicionista de calores internos, homenaje a "Inseparables" de Cronenberg, fabrican su mejor disco. Aquí, con la idea original de doble formato, siameses, como en la película, el derroche lírico, la ternura, el dolor, todo tiene cabida. "Mi hermano carnal" y "Fuerte" se escucharon hasta en las radio formulas.

Es su disco con mejor sonido, un bombazo repleto de rincones donde pararse a disfrutar, a envalentonarnos. Después de tantos año, no ha perdido ni un ápice su agitación, su luminosidad, radiando caprichos sonoros, estrofas que se graban mientras la luz de tus entrañas agrieta maldades.Luego "El amigo de las tormentas" (1993), donde contaron con la colaboración vocal de Isabel león, otra buena andanada de sones que dejan su eco caracola en nuestra necesidad de llenarnos de guijarros musicales, de estridencias que se evaporan en un rubor nunca demasiado serio. "Si tengo que cambiar", "Comida china y subfusiles" ,"El final de una quimera" y sobre todo la que titula el disco, vienen a confirmar la madurez de una banda que ya estaba barruntando los rayos y truenos de la separación.

Ese mismo año publicaron lo más flojo de su producción, un minielepe de versiones, donde quitando "Cielo" y "Aleluya", el resto denota cierto hastío. Al poco Fernando y sus bichos decidieron poner fin a una de las aventuras más sorprendentes y sinceras que hemos tenido por aquí. Luego vendria Mercromina, Chucho, Alfaro en solitario, y otros proyectos dulcemente abollados. Pero eso ya es otra historia.

Para este verano nos queda empaparnos con todos los temas de Surfin Bichos, volver a ellos, elevar el volumen, estrujar los discos, buscar a Manson en un torcido verso, mirarnos al espejo y notar el paso del acecho del tiempo. Las canciones perdurarán. Hacia el confin de una época sin edad. Hacia un universo donde las luces del firmamento alumbren los pasos de los que siempre fuimos perros libres necesitados de alguna caricia redentora.


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