Para mi gusto, el mejor disco de Ween. El más redondo, el que más se disfruta, en casi su hora de una continua exploración musical de esas a las que tanto nos tenían acostumbrados. Pardiez, ¿quién nos iba a decir que Ween pudieran empezar un disco con el punk desbocado de "It's gonna be a long night"?.Si son ellos.
Los mismos que a continuación nos pintan la cara con una delicia de esas tipo Prince, "Zoloft". Y es que Ween siempre fueron los Butthole Surfers del pop, una avanzadilla de músicos con predisposición para subvertir los cánones establecidos.
Aaron Freeman y Mickey Melchiondo (Gene Ween y Dean Ween), nos hicieron colapsar siempre, y se lo tenemos que agradecer. "Quebec" posee la mejor canción de su discografía para mi, ese himno indie llamado "Transdermal celebration", que te arrebata desde el minuto uno. Grabado en un momento donde el grupo estaba inmerso en una vorágine de problemas personales (divorcio, drogas, accidente de automóvil del batería Coleman...) "Quebec" es el trabajo más oscuro de Ween, con pasadas del tipo de "Among his tribe" folk noir que da miedo, o "So many people in the neighborhood" donde nos recuerda porque nos enganchamos a ellos cuando con "Chocolate and cheese" penetraron en nuestras vidas.
"Tried and true" es otro de los hits imperecederos de Ween, y "Happy colored marbles" es una intrincada canción repleta de aristas psicodélicas que da paso a la boutade pop "Hey there fancypants", locura made in Ween.
"Chocolate town" es pop dulcificado y "I don't want it" es una balada casi para llorar. Después, vuelven a desarmarnos con la bizarra "The fucked jam" y el enigma sónico de "Alcan Road". Vaya disco.
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