miércoles, 23 de enero de 2019

LISABÖ. "Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen" (2018)


El último disco de Lisabö fue mi regalo de reyes. Un disco que salió casi en el fin del año y que supuso el mejor lanzamiento de 2018 de los salidos por aquí, y creo que no me equivocó si digo que también se merece estar en el podio del 2019. No creo que nadie pueda superar la pegada que destilan estas canciones que te corroen, que te envenenan, que te hacen vibrar como hace mucho no sentías.

Escuchar "Eta edertasunaren...." es una experiencia sensorial, física, que requiere de un buen volumen y del espíritu abierto a estas toneladas de electricidad que te deja patidifuso. Hacen bien empezar con la nota introductoria de "Errautsaren bezpera". El segundo disparo ya rompe el cielo: "Nomden zirkulu tematia".

Y es que ya teniamos mono de Lisabö desde que saliera "Animal lotsatuen putzua" hace ya siete años. Y joder si ha merecido la pena la espera. Karlos Osinaga y el colega Jabi Manterola han conseguido que con solo escuchar el nombre de su grupo, eches gozosamente a temblar.

Todo el disco es para degustarlo con calma y con furia. Una maravilla de esas que necesita que todo el mundo se entere, contagiar a los colegas con la ponzoña vital y nihilista de una banda que siempre te ha dejado boquiabierto, y con este trabajo confirman que no hay nadie como ellos.

Porque cuando suena "Olio tantak ezpainetan", con esas guitarras violentas, posthardcore de fábricas derruidas donde osarios de acero esperan su reconversión en hachas o en rosas de esas que son una daga para el corazón, te quedas sin palabras  El torbellino no cesa, el helicóptero con sus hélices de sueños gastados, potencia, devastación, herrumbre y al final del tema un paisaje ambiental casi cercano al post rock.

Luego, una de las cumbres del cd, "Oroimena galdu aurretik idatzi gabeko gutuna", un volcán donde el grupo expresa toda la inflamación sónica que modulan tan a la perfección. Brusca, brutal, como una locomotora cuya maquina despide humo de desesperanza, como un ariete que rompe los muros que nos atenazan. Y ese parón que hacen al final de la canción, tristeza desgarrada que te perfora, pulsión que se iza sobre nuestras cabezas mientras ya no podemos resistir más tiempo sentados en el sillón.

"Hegaldiaren etenaldian" es el siguiente envite en el camino donde hay momentos que casi se parecen a los Swans y otros en los que cabalgan como también hacen en un contenido avispero de distorsión, gritos y lírica en estado de alarma. Para quitarse el sombrero. Una maravilla de esas que cristalizan en una obra demencial de principio a fin.

Para terminar, el desbordamiento de "Amuz inguratuta", (precisa y cortante, cirugia noise , bravata que te llena de emoción, que te supera con sus alfileres de feedback), y "Denboratik kanpo bizi garenok", perfecto punto final a un disco que te deja sin respiración. Lo dicho, desde ya un disco clásico que nadie con buen gusto se debe de perder.


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