domingo, 3 de septiembre de 2017

DAVID LYNCH AND JOHN NEFF. "Bluebob" (2001)


Estoy seguro que si el grandioso Lynch se hubiera dedicado en exclusiva a la música en vez de al cine, también había triunfado. Y es que donde el arte corre libre sin ninguna presa que condene el afluente de la creatividad, todo es posible.

En 2001, se junto junto al ingeniero de sonido John  Neff, para parir este álbum que es un torrente de versatilidad, de estilos que se juntan para procrear otros. Desde la apabullante "911" hasta la semindustrial "Rollin' down (to my house) todo es pura catarsis, oscuridad clara.

Se ha definido este disco como blues industrial. Y el nombre le va al pelo. "Thank you judge" juega al escondite y "I cannot  do that" te desarma con su carga industrial, como los Ministry de chatos en un bar perdido en cualquier desierto que desees.

Blues comatoso es "Blue horse" y "Bad night" son guitarras que se dejan llevar con la armónica en un bucle bestial de notas salvajes del Missisipi. Todo una pasada. Luego viene la tenebrosa "Mountains falling" que podía usarla David en cualquier film que le plazca.

"Go get some" es ambiental y demente, y "Pink western range" tira del nuevo de aires industriales para sofocarnos con sus proclamas de calor y sedición. "Marilyn Monroe" pone la tilde en la concatenación de ruidos con voces modificadas para en "City of dreams", el ocaso del lp, volver de nuevo a esos aires de ciudad desvalida, de industrias de humo lacerante, de noches que traen otras noches.

Potente disco a recuperar del gran maestro de las obsesiones modernas, música para sedarte o para aplaudir delirios.


No hay comentarios: