Sin duda "The ugly organ" fue el mejor trabajo de esta banda de Nebraska, agitadores que eligieron el posthardcore como punto de partida para tocar otros estilos, un valiente itinerario donde es posible perderse en simbióticas danzas de rock febril, con teclados y caos, como "Some red-handed sleight of hand", o en "Art is hard" volcarse en himnos conceptuales donde la melodía te engancha y te atrapa.
Cursive hacen bien los deberes, tejen ordalias que parecen sinfonias de pasividad interior como "The recluse", casi pop orfebre, tentempie mañanero que da a pie a afilados navajazos de posthardcore, "Butcher the song", siempre con la mano tendida a reflexiones y patrones rítmicos que hicieron a la propuesta de Cursive algo tan singular.
En "Drifwood: a fairy tal", con vientos incluidos se envalentonan y continuan su particular viaje por no quedar establecidos en una corriente o estílo siempre predefinido. Lo suyo es picar aquí y allá, centrarse en la confeccion de un artefacto sonoro singular.
Cuando se ponen brutos, "A gentlemen caller", no hay quien les tosa, pero cuando meten a calzador las cuerdas estranguladora de sentimientos, consiguen un mapa emocional que roza el emo, con suspiros que van y vienen, con una buena porción de luminosidad interna ("Sierra").
Acaban el disco con la de más larga duración, los diez minutos de "Staying alive", indagadora, con sus coordenadas puestas en la intensidad, brutal, llaga de guitarras que valientes toman aliento, una suite donde potencian todo su saber instumental en una fulgurante tormenta de vaivenes rítmicos. Colosal.
Las ultimas noticias que tuvimos de ellos fue en el 2012, con el disco "I am gemini". Queda este enorme monumento a la exhuberancia posthardcore, a los patrones declamatorios, a la insurgencia general. Buena banda estos Cursive.
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