Para que un disco sea disco del año tiene que pegarnos fuerte, noquearnos, dejarnos sin respiración mientras asistimos al baile, a la danza de la música que nos ofrece un paréntesis de paz entre tanta vorágine, tanta guerra del día a día. Maruja, "Pain to power", se merece la etiqueta, la opción, el premio.
Los de Manchester han superado las expectativas de lo que ya escuchamos en los adelantos a manera de singles y epés que nos hizo fijarnos en ellos. Y es que la fuerza que tienen, el poderío brutal que poseen sus canciones, como esa inicial "Bloodsport" donde te hacen recordar a Rage Against the Machine, es una apisonadora, que sobre todo con el sonido del saxo, les hace tener una voz propia, un lenguaje que en "Look down on us" y sus nueve minutos se convierten en algo más, cuando justo a la mitad del tema, todo se calma, se atemperan los ánimos, convirtiendo el volcán de su sonido en un épica y desbordante catarsis que te deja sin aliento.
Harry Wilkinson, su cantante sigue siendo un portento. Pasa de la rabia casi punk a en "Saoirse" adentrarse en una especie de jazz diletante. En "Born to die" nos encandilan con otro bombazo atmosférico, más cerca del jazz que de otro estilo, dibujando drama, denunciando las tropelías que rodean esta época siniestra que vivimos. Hay veces que escuchando este disco y aunque estilísticamente no tiene nada que ver, me viene a la cabeza lo que supuso el "Grace" de Jeff Buckley. En definitiva, algo rompedor.
"Break the tension" y "Trenches", son rap combativo, con pinceladas de no wave, y con una furia eléctrica que hacia tiempo que no se veía en el panorama musical actual. "Zaytoun" y "Reconcile", son el fin de esta fiesta para los sentidos que es el disco de Maruja. Un trabajo, que si, que está en todo lo alto por merecimientos propios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario